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Iglesia o madre

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  Es lamentable que haya personas que tengan que escoger entre su comunidad y su hija, y aunque suene a la trama de una lacrimógena novela de mediados del siglo veinte, esto sigue pasando hoy dentro de muchas comunidades evangélicas (ese es el nombre que usan para vergüenza del evangelio). Cuando una persona medianamente equilibrada se siente sometida a este chantaje, no hay duda ninguna, sale de esa comunidad pitando, ya sea pentecostal, bautista o católica. Las hijas se tienen para cuidarlas, para protegerlas, para que se sientan seguras y amadas, ese es el mandamiento primero de la paternidad o maternidad cristiana, musulmana, judía, agnóstica o atea. Cualquier otra reacción es no estar a la altura de la responsabilidad que asumimos cuando decidimos tener hijes.

Lo que no se nombra, no pertenece

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  No es cierto que el silenciamiento de las personas queer dentro de la mayoría de comunidades cristianas responda a la voluntad de negar nuestra existencia. Todas esas comunidades saben que lo queer siempre ha estado y estará presente dentro de ellas. Conocen nuestros nombres y apellidos desde que cantábamos en el coro infantil: «Yo tengo un amigo que me ama, y su nombre es Jesús», con el mismo ritmo que lo hubieran hecho los Village People. Por mucho que cuando una(s) década(s) después salimos del armario se hicieran las sorprendidas y nos dijeran: «¿Quién lo iba a decir? No se te nota nada». Y nosotras, como siempre, nos hiciéramos las tontas y respondiéramos:   «No te preocupes cari, es que soy una pecadora rainbow que sabe mentir a las mil maravillas».

¿Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos?

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  Las iglesias, algunas iglesias, celebran como cada año la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos . Y bueno, la verdad es que la invisibilización de, en su caso, unas mayorías como son las cristianas y cristianes, explicita claramente como entienden esa unidad. Unidad en lo que nos une, aunque lo que nos separe sea un abismo tan insalvable como el respeto a la dignidad y los derechos de todas las seres humanas. Unidad en lo que nos une, aunque lo que nos separe sea la exclusión, el insulto, y los discursos de odio. Unidad en lo que nos une, aunque el mundo que quieren imponernos de la mano de la ultraderecha política sea uno en el que nosotres no tenemos cabida. Unidad en lo que nos une, cuando ya no nos une nada, porque el Jesús al que siguen crucificaría al que estamos siguiendo nosotres.

Una Ley Trans nos ha nacido

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  Llegamos a estos día de Navidad con la "Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI " ya aprobada. Cualquiera que haya seguido su tramitación sabrá de las dificultades que ha tenido que sortear, el largo camino que ha recorrido, las personas e instituciones que le han cerrado la puerta en las narices porque no había lugar en su casa para ella: las feministas históricas que querían pero no querían esta ley, las feministas terf que ahora son primas hermanas de VOX, la Conferencia Episcopal, y la Alianza Evangélica, y los casposos medios de comunicación que intoxicaban con medias verdades y mentiras descaradas sobre lo que supone esta ley. Pero finalmente, y aunque hubo momentos en los que todo parecía irse al garete, Irene Montero ha empujado al asno que llevaba a nuestra María, Carla Antonelli, representante de tantas personas que se han dejado la piel para que hubiera ley, hasta el pesebre, al Senado, el lugar donde lo

Only faggot Jesus can save us

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The effeminate gay and the butch lesbian make people uncomfortable, gay and straight alike. Some people may be more bothered than others, including some homosexuals who try to excuse themselves by showing that they have not been unfaithful to gender roles. I’m gay, but I don’t look seem gay. I’m lesbian, but nobody could tell. The effeminate and the butch have nothing to do with sexual orientation. We better not lump them all together... The same cock-and-bull story as usual; absurd justifications, half-truths, and unmentionable fears.