El pasado mes de enero, la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (Ferede) publicó el Informe sobre los protocolos educativos derivados de las leyes LGTBI autonómicas y la ley trans que, en mi opinión, muestra como los discursos de odio de la ultraderecha —y no del Evangelio— van calando cada vez más, no solo en la sociedad en general, sino en las instituciones cristianas. Aunque siendo algo más crítico, también me pregunto si no ocurre más bien al revés, quiero decir, si no son los tradicionales discursos de odio hacia colectivos como el lgtbiq+ dentro de los movimientos evangélicos en España, los que han influido en las estrategias de los partidos de ultraderecha, muy activos a la hora de buscar nichos de votantes.
Para ser justos con la
realidad, y entrando ya en las peticiones que hace Abascal y Mazón
Ferede en su informe, estoy totalmente de acuerdo con la última, que dice así: "Cuando
existan indicios de abandono, o de que los padres están claramente actuando en
contra del interés superior del menor [trans], pueda iniciarse un
procedimiento que esté tutelado por la autoridad judicial". Y estoy de
acuerdo, no porque lo diga Ferede —que me alegro de que lo diga—, sino porque
es lo que indican los protocolos a los que tenemos acceso el profesorado. Sin
embargo, también tengo que decir que no se implementa siempre de forma
correcta, ni con la celeridad necesaria, y eso conlleva en ocasiones problemas
muy graves para les menores trans. Como consejo para Ferede que se llevará el
viento, yo hubiera puesto esta petición en primer lugar para que el plumero tránsfobo
no se viera tanto, y diera la impresión de que realmente este informe tenía la
intención de ser un instrumento útil que pueda ser tomado en consideración
por nuestras entidades públicas y entidades educativas.
Pero no, Ferede ha puesto en primer lugar la siguiente petición: "Que se elaboren protocolos de prevención y tratamiento del acoso escolar y la discriminación de toda clase, y no solamente en los casos de discriminación por cuestiones relacionadas con la identidad sexual". Y la verdad es que la mentira nunca es la mejor manera de comenzar un informe, a menos que este simplemente se haya elaborado con la intención de repetir y repetir hasta la saciedad algo que es falso para confundir a la población. Ese intento de hacer creer a la población una mentira, es decir, que les jóvenes trans tienen una atención que el resto del alumnado no tiene, es violencia, y la forma habitual con la que la ultraderecha fomenta el odio hacia quienes considera distintos, algo incompatible con los valores del Evangelio que Ferede pretende defender. Existen protocolos —con mucho margen de mejora, evidentemente— en todos los centros educativos —a menos que un centro no esté cumpliendo la legalidad— para prevenir y tratar cualquier caso de acoso escolar, no solo los relacionados con las personas lgtbiq+. Que la preocupación de Ferede no sea proponer mejoras a esos protocolos, sino hacer creer que no existen, o que privilegian a unas personas que cualquiera que haya estado en un centro educativo sabe que padecen una violencia extrema, nos lleva a preguntarnos a quién va dirigido realmente este informe, y cuál es su verdadera intencionalidad.
De la segunda petición destacaría la siguiente afirmación: "Que se revisen los protocolos educativos… con el fin de proteger a los menores de decisiones y actuaciones precipitadas e irreversibles". La protección del menor es algo que la mayoría de nosotras queremos, y la legislación en temas de infancia trans tiene esta voluntad, otra cosa es que podamos criticar una determinada medida, o pensemos que un protocolo puede ser mejorado. Aquí todo el mundo, también Ferede, tiene derecho a hacer sus propuestas, sin embargo, creo que debería estar mejor informada. Le recomiendo escuchar a la portavoz de la Asociación de Familias de Menores Transexuales de Navarra y Euskadi, Beatriz Sever, en el Congreso de los Diputados dando respuesta a Vox y PP sobre afirmaciones falsas similares a las que aparecen en su informe: "No se hace ninguna operación genital a ninguna persona menor de edad, la ley trans prohíbe hacerlo… Durante la infancia no se hace ningún tipo de tratamiento hormonal, se hace a partir de la adolescencia, pero ningún tratamiento está desarrollado exclusivamente para personas trans, se utilizan los mismos medicamentos que para personas cis de su misma edad, como cuando por ejemplo una chica adolescente tiene reglas irregulares… Los bloqueadores se pueden dar a principio de la pubertad si hay un malestar que está afectando a la salud mental del adolescente, pero son reversibles". Creo que no es mucho pedir a entidades como Ferede que dicen representar a todos los evangélicos/protestantes españoles, que se informen con verdaderos profesionales antes de hacer un comunicado sobre un tema que a todas luces desconocen.
La tercera petición dice: "Que no se identifique el interés superior del menor con el favorecimiento en todo caso de la transición social del alumnado que se considere trans. Que se analice cada caso concreto con mucho rigor, reflexión y cuidado, con la intervención de personal debidamente formado". Aquí hay que destacar algo positivo, que Ferede es consciente de que en estos temas falta formación al personal que trabaja con niñes, adolescentes y jóvenes, lo que no veo es autocrítica, me refiero a aquello de ver la mota en el ojo ajeno pero no la viga en el propio, y es evidente que a sus representantes les vendría bien alguna clase básica sobre identidad de género —le aconsejo que lo haga, pero que no sea la Alianza Evangélica quién la imparta, puede dirigirse a cualquier institución pública que trabajan estos temas y seguro tiene magnificas profesionales—. No entiendo por qué el género asignado al nacer debe prevalecer sobre el género con el que se identifica ya un niñe, niña o niño desde que tiene menos de cinco años. No comprendo por qué se pone el énfasis en encerrar a un menor en un espacio —en un género— que se ha decidido para elle, y no en educar a todos los menores en que no pasa nada cuando alguien no lo hace. En educar en el respeto. Cuando un menor es trans, su interés superior no es que se resigne, que acepte la jaula. Esto es algo que se lleva estudiando desde hace décadas, y sabemos que los resultados de la opresión llevan a unas tasas de suicidio elevadísimas. ¿Por qué un docente no debería tener ningún problema cuando una niña de 4 años a la que inscribieron con el nombre de Elisabeth le pide que le llame Eli, y sí cuando le pide que le llame Alex? La verdad, trato de comprenderlo, pero por mucho que le doy vueltas, no veo la intención de proteger al menor, sino a una ideología asesina. Y cuando eso lo hace una entidad como Ferede, que se supone cristiana, creo que todas deberíamos denunciarlo. Tendríamos que exigir un nivel más humano, y más cristiano, a las instituciones que nos representan.
Y para acabar, vamos con la cuarta petición: "Que en todo caso se escuche y se tenga en cuenta la opinión y criterio de los padres, en el ejercicio de su patria potestad y libertad religiosa". No volveré a incidir en el bulo que trata de hacer creer a la población que las leyes que pretenden proteger a la infancia trans son autoritarias y quieren arrebatar la patria potestad de los progenitores. Cualquiera que sepa algo del tema conoce hasta qué punto los derechos de los progenitores se ponen por delante del de los menores, pueden preguntar por ejemplo a familias que tienen o han tenido hijos en acogida. En la legislación española la sangre tiene prioridad legal sobre el amor, la protección y el bien de los menores. También me sorprende que se deslice la idea de que transexualidad y maternidad o paternidad deben vivirse como conflicto, y no como acompañamiento. Sin embargo, sí quería decir algo sobre la referencia a la libertad religiosa, que es en el fondo lo que este informe pretende defender: que los padres y las madres evangélicas/protestantes tienen derecho a impedir que sus hijes trans puedan hacer el tránsito social al género con el que se identifican. Es decir, que la libertad religiosa está por encima de la libertad del menor de expresar el género con el que se identifica. Sobre esto ya hay jurisprudencia, pero no quiero acabar centrándome en leyes, sino en el Evangelio. Me parece absolutamente fuera de toda lógica, de toda lectura evangélica de los textos bíblicos —por muy literalista y descontextualizada que sea esa lectura— poner las normativas religiosas por delante de lo humano, sobre todo cuando eso humano es un menor al que se pretende silenciar y enjaular. La libertad del menor está por delante, evidentemente de la libertad religiosa, como dice el Evangelio: "No está hecho el ser humano para la Ley, sino las leyes para los seres humanos". Le vendría bien a Ferede reescribir su informe alejándose de los discursos de odio que hoy tratan de imponerse, teniendo en cuenta que les niñes trans no están hechas para ninguna ley, sino que las leyes, informes, protocolos deben realizarse para hacer más fáciles y felices sus vidas. Su infancia.
Carlos Osma
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