La Alianza Evangélica Española
(AEE) ha enviado al Ministerio de Igualdad un documento con unas supuestas
propuestas para tener en cuenta en la próxima elaboración, por parte de dicho ministerio,
de una ley que pretende garantizar la igualdad plena y efectiva de las personas
trans. Lo primero que tenemos que decir de dicho documento es que hay que
encasillarlo en el mundo de las ideas de la AEE, ya que no conocemos ninguna
iniciativa real y palpable de dicha entidad en relación con la atención o la
defensa de los derechos de las personas trans. Para que se entienda lo que
estoy diciendo, el poderoso lobby fundamentalista dentro del movimiento
evangélico en España, pero insignificante a su pesar en la sociedad española, me
refiero claro a la AEE, es como el cuñado que nunca ha puesto un tornillo en su
vida, pero que cuando tú estás intentando poner uno, te da clases magistrales
de cómo tienes que hacerlo.
Las supuestas
correcciones de la AEE al documento del Ministerio pasan por decir que existe
un documento, el DSM-5, que incluye en su clasificación la disforia de género. Se
le olvida a la AEE que también existe un documento que dice que un pueblo puede
exterminar a otro cuando lo conquiste, se llama Biblia: “El Señor, tu Dios,
pondrá en tus manos estas naciones, y tú las derrotarás y las consagrarás al
exterminio. No pactes ni tengas piedad” (Dt 7,2). Pero debemos poner
siempre en contexto estos textos de terror, tanto los del DSM-5 como
el del Deuteronomio. La otra corrección de la AEE es aclarar que debe haber un
error en los datos del Ministerio de Igualdad, que dicen que el 42% de las
personas trans han sido discriminadas en el acceso a un puesto de trabajo,
cuando la Unión Europea tiene un documento que lo cifra en el 11%. Vemos aquí
de nuevo, lo de siempre, el legalismo: ¿qué dice un texto y qué dice otro?,
como si la verdad de la discriminación de las personas trans fuera un dato. Eso
solo lo hace la gente que se mueve en el mundo de la teoría, de las ideas. Pero lo más preocupante, es que esta aclaración puede ser leída como una muestra de que las personas trans no son tan discriminadas como dicen. Es
verdaderamente lamentable, muestra de una enorme capacidad de retórica acompañada de una infinita
falta de empatía y conexión con la realidad. ¿Hay alguien en este país que crea
que las personas trans no sufren discriminación en el entorno laboral?
A partir de aquí parecen
desaparecer las propuestas del documento (si lo que hemos comentado anteriormente se puede
entender como una propuesta, claro), y se pide que las personas trans que “decidan recuperar
la congruencia con su sexo biológico” puedan recibir libremente tratamiento
profesional. ¿De verdad que la AEE va a defender las terapias llamadas
reparativas? ¿De verdad que en su ofuscamiento por aferrarse a que el plan de dios
en la Biblia es la persona cis y heterosexual está dispuesta a pasar por encima
de la vida del resto de seres humanos? ¿De verdad que su literalismo y
fundamentalismo lo tienen que pagar las personas LGTBIQ? No sería mejor que
recordasen que “la letra mata, pero el Espíritu da vida” (2 Cor 3,6). Y
lo que es más importante, ¿no sería mejor que si no conocen la realidad trans,
porque la niegan y la expulsan de sus comunidades, se informasen? Da un poco de
vergüenza ajena leer en un comunicado de una entidad evangélica dirigido al Ministerio
de Igualdad, que se confunda la transexualidad con la homosexualidad. La razón
que esgrimen para oponerse a que un niño o niña trans pueda rectificar el
género en el registro, es que según unos estudios: “la investigación indica que un
porcentaje de los menores en su proceso madurativo siente alguna atracción por
el mismo sexo... al llegar a la madurez la mayoría de estos menores tiene
atracción por el sexo contrario”. La ignorancia es atrevida, y la
ignorancia de las ideas, esa que no tiene contacto con la realidad de la que
quiere hablar, es patética.
¿Por qué un niño o una
niña cis puede ver reconocido legalmente su sexo sentido y un niño o niña trans
no? ¿Por qué hay que esperar a qué los segundos se aclaren mientras para los
primeros es normal que lo tenga claro? La inmensa mayoría de menores se
identifican como niños o niñas a muy temprana edad, solo la presión social hace
que esa identificación sea más o menos problemática. Además, y no voy a entrar
ahora en algo que ni siquiera se ha planteado la AEE, hay menores que no se identifican
con ninguna de esas dos posibilidades, y otros que lo pueden hacer con ambas... ¿De verdad que
la manera natural con la que un niño, niña, niñe, (o cualquier otra etiqueta)
se percibe a sí misma, tiene que ser limitado legalmente? Cualquier persona, sin necesidad
de haber leído un estudio de uno u otro color, pero que ha convivido con un
menor o adulto trans, sabe que, como las personas cis, se sienten respetadas si
son tratadas con el sexo con el que se identifican. ¿Quién es la AEE para
meterse en la vida de un niño y decirle que tiene que esperar a la edad adulta para
ver reconocida su identidad? ¿Es un castigo? ¿Una pena por no haber sido fiel
al género?
La forma en la que la AEE
percibe a las mujeres al final de sus “recomendaciones” es tan machista y
paternalista que me cuesta entender por qué ninguna de las mujeres que forman
parte de la AEE ha hecho una queja o ha pedido una rectificación. Resumiendo su
última recomendación (yo no veo recomendación por ningún lado): que "un hombre inscrito en el registro civil como una mujer" (una
definición muy desafortunada de una mujer trans, la verdad) vea reconocido legalmente su sexo
sentido puede crear problemas de convivencia, ya que le permite tener acceso a
espacios reservados para mujeres. Tengo que informarles a los hombres que han
escrito este último párrafo, que los mayores problemas de convivencia se crean cuando
mujeres trans tienen que convivir obligatoriamente en espacios de hombres
cisgénero. Y los problemas no los crean estas mujeres trans, sino los hombres
cis que las ridiculizan, las insultan, las maltratan, las violan o las asesinan.
Para acabar me gustaría decir
a la AEE, que en vez de encerrarse en sus verdades y negarse a repensarlas, la próxima
vez que quiera hacer un comunicado sobre un tema que desconoce, que se informe
con personas que se han arremangado para trabajarlo. Lo demás es hacer el
ridículo, y dejar en ridículo al resto de evangélicos que quedan como ignorantes
y fundamentalistas ante la opinión pública. Y aunque sea un imposible, les
pediría un poco de valentía y que abriesen en su seno un espacio de reflexión realmente
plural donde también puedan ser escuchadas voces evangélicas que no siguen los divinos
dogmas evangélicos españoles de principios del siglo XXI. Personas LGTBIQ evangélicas
hay muchísimas, no son legión como las cisgénero heterosexuales, pero pueden
aportar tanto o más como ellas a la construcción de iglesias realmente
evangélicas. Yo mismo me ofrezco voluntario, aquí tienen mi correo por si nuestro
Señor les ilumina algún día: homoprotestantes@gmail.com
Carlos Osma
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