La última persona que se
le ha puesto entre ceja y ceja ha sido la teóloga uruguaya Cris Conti, pero
entre las cejas de fuego de Will Graham ha habido antes muchas otras, sería una lista
interminable nombrarlas a todas. Cito a Cris Conti, no porque haya sido la
última, o porque este señor supure machismo y misoginia por todos lados, sino
porque en un comentario que hace sobre ella he encontrado otra explicación al
comportamiento medieval de nuestro hermano pastor (en las familias diversas hay
de todo). El comentario dice así: “Los teólogos progresistas no creen en la
ira de Dios porque no conocen a Dios. El Dios de la Biblia es un Dios de ira. Y
de allí la necesidad de la muerte expiatoria de nuestro Salvador en la cruz”. Sí,
aceptémoslo, hay personas a las que los Jesús maricas les ponen enfermos porque
sus Dioses con mayúscula tienen un par de cojones y sobre todo mucha ira y
mucha mala leche. Y esos Dioses como Dios manda, igual que los padres como Dios
manda, no pueden tener hijos maricas y blandengues. (Disculpen que ponga Dios
en mayúscula, pero es la forma en la que este tipo de teólogos intentan decir
que poseen al dios inalcanzable para el resto de la humanidad).
Cómo ha leído este señor los
evangelios es para mí incomprensible, cómo se los han explicado en los divinos
seminarios fundamentalistas se escapa a mi entendimiento. Pero lo que sí sé, porque
lo he visto de cerca, es que las personas y comunidades que creen en este Dios
temible, tienen una doble vara de medir, una para ellas y otra para el resto. Además,
rezuman hipocresía, malgastando toda su energía en tratar de hacer parecer lo
que no se es. Y todo eso acompañado con poca humildad y una gran incapacidad para
reconocerse frágiles y limitados. No me refiero a decirlo, sino a creerlo y
vivir en consonancia con ello, es decir, con empatía y amor. (Espero WG que
esta última palabra no le haya hecho daño).
Repita conmigo Will
Graham: dios es amor. Es decir, ni lo tenemos ni podemos tenerlo, se nos escapa
constantemente, pero si hay un lugar donde se nos revela, es en el amor. En los
amores en minúsculas también, porque todos son limitados. Pero amores que
apuntan a un Amor más grande, que es aquel que nos indica la cruz. Porque la
cruz no es el lugar de la ira de dios (siento de verdad que haya tenido una
vida tan dura), sino el de un dios de amor que nos acompaña incluso en los
peores momentos de nuestra vida. En la cruz podemos ver al Dios violento, patriarcal,
machista, misógino, racista, clasista, tránsfobo, homófobo... al Dios con dos
cojones y mucha ira; ese que llevó a Jesús a la cruz por blandengue, por amoroso,
por empático, por sensible, por humano, por marica... Pero sufriendo junto al crucificado solo se nos revela el dios
en el que creemos los cristianos, y lo hace como una madre, un padre, como
alguien que nos ama incondicionalmente (no siempre la imagen del padre o la
madre ayuda a todas las personas). Se nos revela como alguien que nos acompaña
y nunca nos abandona. No es lo que somos o lo que hacemos (no necesitamos
conquistarle), sino lo que él/ella hace y lo que es: Amor.
No soy psicólogo ni voy a
jugar a serlo, es una cosa muy seria, pero muchas personas que viven siguiendo
al Dios de la ira, deberían buscar la razón por la que ese es el Dios en el que
creen y son incapaces de aceptar un dios de amor. Lo dejo aquí, no voy a seguir
por respeto, pero vivir el cristianismo es además de acercarse al prójimo,
acercarse a dios, sabiendo que cualquier imagen que tenemos de él/ella tiene
mucho que ver con las experiencias que nos han marcado desde la infancia. Y que
solo cuando nos acercamos, de verdad y sin dogmatismos, dios puede romper poco
a poco las imágenes en las que pretendemos atraparle. No siempre es fácil,
porque nuestra biografía nos marca profundamente, pero para dios, no hay nada
imposible. Eso es lo que espero para Will Graham, y para muchos otros creyentes,
que el dios de amor haga desaparecer al Dios cargado de ira.
Carlos Osma
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