Negar a quien es distinto, lleva
inevitablemente a la necesidad de dotarse de una serie de normas, leyes,
historias y costumbres que permitan naturalizar esa negación. Así que los
dioses tribales van siempre acompañados por sus sacerdotes legalistas, capaces
de encontrar más rápidamente que Google en qué capítulo y versículo pone que no
se puede ser o sentir de una manera diferente a la divina (la suya). El
Vaticano, por ejemplo, acaba de emitir el texto “Varón y hembra los creó” para
alertar de aquellos que quieren “aniquilar la naturaleza”, demostrando
una vez más su incapacidad de ponerse del lado de quienes sufren opresión. Su
dios tribal está centrado en proteger un determinado sistema que excluye y
discrimina a quienes no encajan en él, y se aleja del dios de la Biblia, ese
del que el Génesis afirma: “Y vio Dios todo cuanto había hecho, y era bueno
en gran manera” (Gn 1,31). Ese dios diverso que se revela en cada momento
de nuestra vida si tenemos los ojos suficientemente abiertos, y no vamos
condenando a la gente y diciéndole cómo debe identificarse o cómo debe sentir. En Argentina está disponible en Mercado Libre

