Iglesia Evangélica Española. No es cobardía, es homofobia.
La centenaria Iglesia Evangélica
Española (IEE) es una de las iglesias más progresistas del Estado español, de eso no
me cabe ninguna duda, no intento dar aquí munición para que cristianos y
cristianas que pertenecen a iglesias que están a años luz de su teología y
testimonio, aprovechen para dispararla a matar. No, no es mi intención y nunca lo
ha sido, mi reflexión se refiere exclusivamente a la forma en que esta iglesia
está abordando, o mejor dicho dejando de abordar, el tema de la inclusión de
las personas lgtb en sus comunidades. Sobre todo después de que en el reciente Sínodo de la IEE se pusiera de nuevo en evidencia que las, y los,
creyentes lgtb que forman parte de esta iglesia siguen siendo creyentes
invisibles, innombrables, o sencillamente una minoría que se da por supuesto
asumirá sin rechistar que se les ignore y humille dándoles largas. "Responsables para un mundo distinto", decía el lema del Sínodo: ¿Responsables con quién? ¿Distinto para quién?
Tengo que decir también que sigo
formando parte de la IEE, en realidad
más de corazón que otra cosa, porque hace tres años que mi marido y yo
decidimos dejar de asistir a una de sus comunidades que, sinceramente, todavía sentimos como
parte de nuestra familia. Sí, puede resultar sorprendente la afirmación, nuestra comunidad
forma parte de nuestra familia gay, aunque lo contrario es mucho más
complicado. Que una familia gay forme parte de una comunidad de la IEE que no
la reconoce, es para volverse esquizofrénico, y sobre todo, es una manera de no valorar
el gran esfuerzo que nos ha costado construirla. Sé que nadie lo haría, ninguna
pareja heterosexual de las que nos anima a tener paciencia, seguiría calentando sus bancos si su unión,
su forma de amar, no fuera respetada y sobre todo bendecida en esta iglesia.
Lo digo de corazón, no logro
entender como cristianas y cristianos que tienen hijos, madres, sobrinos, hermanas lgtb que asisten a las comunidades de
la IEE, pueden aceptar sin rechistar esta situación. No sé cómo harán para explicarles
la cantinela de que hace falta tiempo, sin sentir un poco de vergüenza. Y no lo entiendo, porque aceptar este engaño que hace tiempo dejo de ser creíble, es decirles que deben aceptar por el momento que se
les discriminé, que tienen que ser más
comprensivos que nadie, y que ese es el precio que tienen que pagar por su diferencia.
Creer que una persona de tu familia por ser lgtb tiene que aceptar o ser tolerante
con la discriminación que padece en la iglesia, sólo puede explicarse bajo una óptica
de homofobia disfrazada de paternalismo y cristianismo barato que te hace incapaz de comprender y respetar incluso a las personas que más quieres.
Aunque tampoco tiene por que ser lgtb una persona de tu familia, basta que lo sea la que se sienta a tu lado en el culto del domingo. ¿Cómo se puede predicar, orar, hablar del amor de Dios y del compromiso que eso supone con tu entorno, y creer que eso no te implica con el reconocimiento y la aceptación completa de esa persona que tienes al lado?¿Cómo accedes a tener hermanos y hermanas de segunda y encima animarles a tener paciencia?
Aunque tampoco tiene por que ser lgtb una persona de tu familia, basta que lo sea la que se sienta a tu lado en el culto del domingo. ¿Cómo se puede predicar, orar, hablar del amor de Dios y del compromiso que eso supone con tu entorno, y creer que eso no te implica con el reconocimiento y la aceptación completa de esa persona que tienes al lado?¿Cómo accedes a tener hermanos y hermanas de segunda y encima animarles a tener paciencia?
Ya he escuchado las razones de las
homófobas y los homófobos progres: que no hace falta el reconocimiento, que no
hace falta hacer tanto énfasis en ese “tema”.
Les pido que abran los oídos a lo que dicen las personas lgtb de sus
comunidades, que ese reconocimiento si es necesario, y cuando se dé, ese “tema” dejará de ser tan importante.
También he escuchado a muchos gays y lesbianas
que piensan que como mínimo en la IEE no hace falta llevar una doble vida. Ya les
digo que de doble vida en la IEE hay mucha y a todos los niveles, pero
conformarse con tan poco sólo tiene un nombre: homofobia interiorizada. Ninguno
de los creyentes que cada domingo les saluda y les da dos besos, o que incluso
a veces les pregunta por su pareja, aceptaría el trato que ellos están
teniendo. Y cuando ellos les siguen el juego les están diciendo que aceptan sin
rechistar que se les trate de una manera injusta. Es decir, más que visibilizar
la realidad lgtb, se está reforzando la homofobia.
A la hora de intentar justificar
a la IEE se dice que tienen miedo, que les falta coraje, que prefieren no
enfrentarse al resto iglesias e instituciones evangélicas del país, que ya
sabemos todos como se las gastan. El Tribunal de la Santa Inquisición son un
grupo de hermanitas de la caridad a su lado. Sinceramente esta excusa es poco
creíble, ¿Desde cuándo las relaciones entre la IEE y FEREDE o la AEE no han
sido tensas? ¿Desde cuándo la IEE no ha sido vista por las comunidades evangélicas
como una iglesia atípica que se parecen más a la Iglesia Católica que a los
"evangélicos de verdad"? ¿Qué iglesia evangélica de este país no sabe que la mayor
parte de los miembros de la IEE opinan que se deberían reconocer los derechos
de las personas lgtb dentro de la iglesia? Si en el Sínodo no se tomó esta
decisión no fue por cobardía, sino por
homofobia. Homofobia progre, pero homofobia.
Otra de las razones aducidas es
el miedo a la ruptura dentro de la IEE. Es evidente que no todo el mundo está
de acuerdo. Algunos hablan de un 70% a favor, un 20% en contra y un 10% de indecisos.
Pero cuesta creer que este miedo sea real cuando en este Sínodo se ha aprobado
un texto que afirma el derecho a decidir de los pueblos, vamos en pocas
palabras, que se está a favor de que el pueblo catalán decida si quiere o no la
independencia. ¿Me quieren hacer creer que los porcentajes en este tema son
mayores que en el tema de la aceptación de las personas lgtb? Cuesta creerlo.
Pero lo que cuesta aceptar es que se apruebe un texto para que el cristiano o
la cristiana que tienes sentado a tu lado en una iglesia de la IEE en Barcelona
pueda tener el derecho a votar su futuro nacional, pero no tenga derecho, o que
la iglesia no se lo reconozca, a vivir
felizmente con una pareja de su mismo sexo. ¿Quién ha hecho esta propuesta del
derecho de autodeterminación? ¿Quién la ha promovido? ¿Por qué no hace lo mismo
con la realidad lgtb dentro de la iglesia? ¿Ser catalán tiene más pedigrí que
ser lesbiana? O es políticamente más correcta en Catalunya una iglesia por el
derecho a decidir que una por el derecho a vivir la sexualidad libremente. Y
que conste, estoy por el derecho a decidir.
Se pueden dar mil justificaciones, mantener comisiones fantasma sobre sexualidad, se puede dar una de cal y
mil de arena, pero la única realidad a día de hoy es que la homofobia todavía
tiene presa a una iglesia que supo enfrentarse a otros poderes mucho más
peligros saliendo victoriosa, al menos como ejemplo de integridad. Y lo hizo
con valentía y con el evangelio. Y en este momento, y en este tema, sólo veo
cobardía y falta de coherencia con la fe cristiana que se predica en las
iglesias de la IEE. Se pueden llenar la
boca con grandes mensajes sobre temas que todo el mundo apoya y que no traen
consigo conflicto alguno, pero cuando son incapaces de hacerlo con temas que necesitan
un coraje mayor, se les ve el plumero y pierden toda credibilidad. Me reitero,
no es cobardía, es homofobia. Y la homofobia, por muy adornada de progresismo que esté, es un pecado. Un pecado contra hermanos y hermanas.
Carlos Osma
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