Inclusividad en la IEE.... Otro paso hacia atrás

La semana pasada tuvo lugar el LXXIV Sínodo General de la Iglesia Evangélica Española (IEE) en Palma de Mallorca. En dicho Sínodo la Comisión de Ética de la Sexualidad presentó un informe donde, entre otros puntos, se proponía que cada comunidad de la IEE tuviera la libertad de avanzar a su propio ritmo en el desarrollo de una pastoral de las personas homosexuales. Sin embargo, tras un debate en el que el propio Presidente de la Comisión Permanente, Joel Cortés, se posicionó en contra de la propuesta, la proposición fue rechazada.

Al parecer el miedo a una división fue determinante a la hora de tomar la decisión, al menos esto es lo que han comentado algunos de los asistentes. Algunos de nosotros, como miembros de esta Iglesia, no compartimos que sea el miedo quién dirija sus decisiones, al igual que no fue el miedo quién en más de una ocasión ha dirigido su testimonio a lo largo de su historia. No creemos que el miedo pueda llevarla a buen puerto, ni que sea compatible con el evangelio liberador que se predica en sus comunidades.

No se puede pasar por alto que con esta decisión la IEE toma una postura bastante similar a la FEREDE, al no permitir que cada comunidad decida en conciencia como entiende la enseñanza del evangelio al acercarse a las personas lgtb. Además es una decisión que tiene poco que ver con la visión protestante sobre la libertad de conciencia y la importancia de las asambleas de cada comunidad para decidir sobre temas como estos. No hay que olvidar que en más de una comunidad de la IEE los homosexuales, aunque discriminados todavía en muchos aspectos, forman parte activa de ella. Y que un porcentaje muy grande de ella, podrían estar a favor de la propuesta rechazada.


Por otro lado sorprende ver como personas homosexuales, o aquellos que han vivido en su propia familia la injusticia con que son tratados gays y lesbianas; sin olvidar tampoco a quienes con tanto ardor escriben artículos o dicen apoyar a las personas lgtb, se escondan detrás del “bien de la Iglesia” , de la “unidad”, o del “cargo que ostentan”,  para que en el momento decisivo, se callen, o incluso apoyen estas decisiones, que sin duda alejan a la IEE del evangelio. Entre justicia y estructura religiosa, todos dicen estar al lado de la justicia, pero la verdad es que nada más lejos de la realidad, puesto que el colectivo lgtb es marginado y discriminado.

Algunos siguen pensando que no hay que tirar la toalla y que hay que ver como reaccionaran las comunidades más inclusivas a la decisión del Sínodo. Sobre todo aquellas que tienen un número significativo de personas lesbianas y gays. Supongo que es el último cartucho antes de enfrentarse a la realidad de que quizás la única solución sea la de crear unas nuevas comunidades inclusivas, más sensibles al evangelio de Jesucristo hacia las personas discriminadas, que las ancladas en un pasado de homofobia y discriminación disfrazado de prudencia y buenas intenciones para el futuro. Un futuro siempre inalcanzable, para los que en nuestro día a día exigimos la justicia que merecemos y denunciamos la hipocresía y el doble discurso de aquellos que dicen estar trabajando por un mundo mejor. Quizás sea así, pero no es un mundo mejor para todos, sino sólo para los que son como ellos.

                                                                                                       Carlos Osma

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