Comparto con vosotres la intervención de una Júlia Altadill, secretaria de la Associació Enfemme, en la presentación del libro "El Discípulo Que[er] Jesús Ɐmaba" el pasado 13 de abril.
Tengo el honor de pertenecer a la Asociación Enfemme, un lugar mágico donde las mujeres a las que se nos asignó el género masculino al nacer, descubrimos nuestra feminidad. Disponemos de un local cuya ubicación no puedo revelar, por seguridad y protección de las mujeres que lo utilizamos. Muchas lo denominan “el Templo”, ya que allí dentro sucede algo místico y trascendente: Las mujeres de Enfemme nos transformamos en lo que realmente somos, Mujeres.
Algunas de nosotras, gracias a Transit, la entidad del Servei Català de la Salut que a lo largo de los años ha apoyado a las mujeres trans, hemos podido transicionar como mujeres plenamente a nivel social. Desde aquí dar las gracias a la doctora Almirall, al doctor Reviriego, que tanto nos quieren y acompañan, y al Conseller Comín que dotó de fondos y régimen legal a esta entidad. Pero como he dicho antes, aquellas que hemos podido completar el tránsito, no somos más que aquellas que viven su feminidad temporalmente. Todas somos igual de mujeres y compartimos el mismo Ideal.
Este tránsito, esta travesía en el desierto, para elevarme, para ser mejor, para ser yo misma, me hizo preguntarme si tendría a Dios a mi lado en este camino. Y puedo responder que sí. Dios me ama, nos ama. Me quiere, nos quiere tal como somos.
Mi camino personal de Fe y de conversión de género, me hizo conocer Carlos Osma, el autor del libro El Discípulo Que[er] Jesus Ɐmaba, un libro que me ha sorprendido gratamente.
En primer lugar, porque es un libro tremendamente riguroso, basado en la exégesis del Evangelio de Juan, tomando como referencia varias traducciones históricas, pero sobre todo centrándose en el análisis del texto griego, la lengua en la que se escribieron los evangelios. Como estudiante de griego en la secundaria, confieso que ignoraba que el griego clásico sirviera para hacer algo tanto maravilloso y repleto de sentimiento y de valores.
En segundo lugar, porque Carlos Osma cumple el mandato de Jesús: “Estad atentos a los signos de los tiempos”, en el sentido de que contrapone el texto sagrado a relatos y experiencias actuales, dando al Evangelio de Juan una dimensión viva y aplicable a la cotidianidad, sobre todo a la tan a menudo dolorosa realidad del mundo queer (lesbianas, gais, mujeres y hombres trans, y todo aquello que se aleja de la heteronormatividad y el patriarcado).
Me han sorprendido especialmente el relato de las vivencias de personas cómo Ernesto y Raúl, la pareja cubana y su terrible éxodo y descubrimiento del lado oscuro de la Europa occidental, el chico de origen coreano confinado en una isla entre Corea y Japón, sometido a una cruel terapia homófoba, la sorprendente y trágica amistad del atleta negro Jesse Owens y el atleta insignia del régimen nazi Luz Long, e incluso, ahora ya en un tono luminoso y lleno de alegría y ternura, la venida de la segunda hija del autor, con su abuela diciéndole a sus padres “Mirad como duerme vuestra hija”.
Estas experiencias vitales, como otras tantas que aparecen en el libro, entran en plena sintonía con el Evangelio de Juan, y nos hacen ver la dimensión real y mística del significado del Ɐmor de Jesús por el Discípulo Amado, y por tantos y tantas discípulas amadas y amados de nuestro tiempo.
En resumen, el profundo análisis que hace Carlos del Evangelio de Juan, nos permite ver la notable diferencia que existe entre este evangelio y el resto de relatos míticos y religiosos de su época, repleto de héroes y de vidas hieráticas, modelos ejemplares de la moral dominante, poniendo de manifiesto la escandalosa humanidad de los apóstoles, de Simón Pedro, de Juan, de María Magdalena, que nos hace reflexionar sobre la propia esencia queer y transgresora del texto sagrado.
Júlia Altadill
El Discípulo Que[er] Jesús ∀maba
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