Amores bíblicos bajo censura. Entrevista a Renato Lings


El teólogo Renato Lings acaba de publicar Amores bíblicos bajo censura. Sexualidad, género y traducciones erróneas con la editorial Dykinson (Madrid), donde profundiza en los textos bíblicos más significativos sobre la sexualidad y el género de forma crítica y liberadora. Lo hace de una forma exhaustiva y minuciosa, tanto, que en el prólogo del libro el profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, Javier de la Torre, lo compara con un orfebre, y a los diecisiete capítulos que componen el libro, con diecisiete piedras preciosas que asombran a lectoras y lectores. Agradezco a Renato Lings, que desde su taller de orfebre malagueño, haya accedido a contestar estas preguntas sobre su nuevo libro.

¿Cómo surgió la idea de escribir este libro? ¿Qué pretende aportar?

En 2011 publiqué en Costa Rica Biblia y homosexualidad ¿Se equivocaron los traductores? El material contenido en este libro analiza una serie de textos del Antiguo Testamento. Por tanto, y para tener en cuenta la Biblia en su totalidad, se me ha planteado la necesidad de publicar una segunda obra que incluya también los textos del Nuevo Testamento que se suelen citar en los debates sobre sexualidad y género.

En Amores bíblicos bajo censura sigo una línea de interpretación parecida al libro anterior, pero he reducido el tamaño de cada capítulo con el fin de hacerlos más amenos, legibles e inteligibles. Además, he agregado algunos temas no tratados antes: los eunucos en la Biblia, Rut y Noemí, David y Jonatán, el centurión y su muchacho, el discípulo amado, la primera carta a los Corintios, la carta a los Romanos y la bendición original.

¿Ha sido fácil el proceso de composición y publicación?

No ha sido fácil. Ha habido varios retrasos en el proceso. Ante todo, la pandemia que nos rodea por los cuatro costados lo ha complicado bastante.  

En su obra estudia con profundidad el significado de algunas palabras, por ejemplo yadah (conocer), que para un gran número de exegetas es un eufemismo sexual. De hecho, en el relato de Sodoma y Gomorra los varones piden a Lot que les entregue a sus dos huéspedes para conocerlos. Y en el Génesis Adán conoce a Eva y esta concibe a Caín. ¿Es o no es yadah un eufemismo sexual?

Claro, está muy arraigado en la cultura hispana el dicho “conocer en el sentido bíblico” utilizado como eufemismo sexual. Sin embargo, en el contexto del hebreo clásico, “conocer” tiene connotaciones jurídicas. Si Adán conoce a Eva, significa que la “reconoce” como esposa suya. Una vez celebrado este momento solemne, comienza la vida íntima de la pareja con la noche de la boda, siguiendo las costumbres del mundo antiguo. Al narrador no le preocupa la parte sexual de la relación.

También en el Génesis, en el relato de Sodoma y Gomorra, “conocer” interviene en seis ocasiones: Génesis 18,19 y 18,21; 19,5 y 19,8; 19,33 y 19,35. En todo momento, cumple funciones jurídicas y judiciales en el sentido de “reconocer”.

De todas maneras, el lenguaje del sexo en hebreo es bastante más concreto y menos eufemístico, como lo documento en el capítulo 2 del libro. Las expresiones típicas en el Génesis son “acostarse” (shákhab) con alguien o “entrar” o “llegar” (boo) a una persona.  

Según la traducción que hace la Reina Valera de 1ª Cor 6,9, y muchas otras traducciones de la Biblia, ni los afeminados (malakoi) ni los homosexuales (arsenokoitai) heredaremos el reino de Dios. ¿Qué le parece esta traducción?

Francamente, desacertada. En primer lugar, malakoi significa literalmente “blandos”, adjetivo aplicable a diferentes grupos de personas incluidos los delicados, los indecisos, los carentes de pasión o de dignidad o de firmeza. Además, en el mundo antiguo, los “afeminados” solían ser aquellos varones que se enamoraban de las mujeres o que les gustaba pasar mucho tiempo en su compañía.

En cuanto al término arsenokoitai, “varones-cama”, la traducción “homosexuales” es un anacronismo. La palabra homosexual pertenece a la época moderna, siendo acuñada en Alemania en el año 1869. Hoy por hoy se refiere a una relación igualitaria entre dos personas del mismo sexo, fenómeno que no existía en tiempos del apóstol Pablo ya que toda relación íntima, también entre el hombre y la mujer, se basaba en una rígida jerarquía social. O sea, en el mundo antiguo, las relaciones sexuales se desenvolvían entre dos individuos desiguales.

Por otra parte, durante el renacimiento europeo se pensó que arsenokoitai se refería a los pedófilos. Tal es el caso del reformador Martín Lutero, quien en su traducción alemana de la Biblia pone la palabra Knabenschänder, que significa literalmente “abusadores de niños”. En buen castellano, equivaldría probablemente a “corruptores de menores”.  

Hay muchas otras palabras que usted muestra como mal traducidas en muchas traducciones de la Biblia. ¿A qué cree que se deben estas malas traducciones que realizan especialistas?

La tradición de la iglesia cristiana, a partir de los padres de la iglesia (siglos II, III y IV) tiene mucho que ver con el problema. La teología patrística es eminentemente misógina y, al mismo tiempo, padece de una aguda fobia al erotismo. Esta tendencia se agravó durante la Edad Media, época que ve nacer el término “sodomía” en el siglo XI. La reforma protestante, que rompió en algunos sentidos con la tradición católica, conservó y continuó la represión de lo homoerótico, fenómeno que continúa hasta nuestros días en algunos ambientes eclesiásticos.

O sea, la tradición es la que enseña a muchos traductores cómo deben interpretar los textos que hablan de la diversidad sexual y al género. Por otra parte, los traductores de la Biblia suelen ser personas con varios compromisos académicos y docentes y con poco tiempo para actualizar sus conocimientos. Por tanto, muchos se limitan a usar los diccionarios y comentarios de prestigio, obras que a veces son de considerable edad y que reflejan los prejuicios de tiempos pasados. De esta manera, se siguen produciendo y perpetuando las traducciones erróneas.

Meses atrás escribió una carta abierta a la Sociedad Bíblica Española mostrando el dolor que puede causar al colectivo LGTBIQ la forma en la que se traducen algunas palabras de la Biblia. ¿Qué pretendía con aquella carta? ¿Cuál ha sido la respuesta?

Con esta carta a la Sociedad Bíblica pretendía iniciar un diálogo con los traductores afiliados a esta entidad. Debido a la enorme influencia psicológica que ejerce su trabajo sobre las personas lectoras, quería plantear y debatir con ellos el tema de las traducciones erróneas y anacrónicas que tanto dolor causa a miles de individuos del colectivo LGTBIQ.  

Lamentablemente, la respuesta ha sido nula. A estos traductores les he escrito dos veces y en ambas ocasiones no me han hecho llegar reacción alguna, ni positiva ni negativa.  

Hace en su libro aproximaciones positivas al amor entre dos personas del mismo sexo en la Biblia, por ejemplo, cuando estudia el relato en el que Jesús sana al muchacho del centurión. ¿Cree que entre el centurión y el muchacho había una relación de amor? ¿Cómo calificaría esa relación?

Según algunos estudiosos de la época helenística, era frecuente que los oficiales del ejército romano tuvieran viviendo consigo una persona querida de uno o de otro sexo. En el caso de este centurión, es llamativo que él, siendo representante del poder imperial, acuda a un predicador itinerante judío llamado Jesús, para solicitarle ayuda. Algo hay entre él y su “muchacho” que le impele a realizar una intercesión de esta índole. De hecho, la palabra “muchacho” (gr. pais) se refiere a menudo, en la antigua cultura griega, a un adolescente querido. Además, téngase en cuenta que la palabra paiderastia significa “amor de muchachos” refiriéndose a la relación íntima entre un hombre maduro y un varón menor de dieciocho años.

Habla también del Discípulo Amado que aparece en el Evangelio de Juan, y usted lo identifica con Lázaro de Betania. ¿Qué puede aportarnos el amor entre Jesús y este discípulo al colectivo LGTBIQ?

Puede aportarnos mucho. El evangelista nos muestra una relación de ternura e intimidad entre el Maestro y este discípulo muy querido que nos invita a acercarnos a Jesús y quererlo con la misma confianza.  

Hace una lectura muy interesante de Gn 1,27: “Dios creó al terrícola a su imagen y semejanza, a imagen de Dios los creó. Varón y hembra los creó”. ¿Puede leerse este texto como que la potencialidad de la diversidad estaba en el primer ser humano que Dios creó según el libro del Génesis?

Sin duda. El narrador hebreo no vacila ante la ambivalencia, o plurivalencia, del primer terrícola. Esto no debe sorprendernos. Una visión muy similar es apreciable en otros mitos y leyendas del mundo antiguo donde se habla de los primeros seres humanos. O sea, según el Génesis, la diversidad sexual y de género forma parte integral de la existencia humana.

Agradezco mucho sus respuestas, y para acabar, estoy convencido de que hay muchas cosas que ha aprendido y le han sorprendido positivamente mientras escribía el libro. Puede destacarnos una.

Una de las sorpresas más importantes, y más gratas, ha sido descubrir que el llamado pecado original, que tanto ha impregnado la teología católica y protestante a partir de Agustín de Hipona, no tiene base alguna en el Génesis leído en su versión primitiva. El narrador hebreo presenta una situación totalmente distinta: el terrícola nace creado a imagen y semejanza del Creador y es bendecido. No hay pecado original sino bendición original. El ser humano recibe de nacimiento el don de la creatividad. En síntesis, el Génesis plantea que Dios nos encomendó una misión maravillosa: ser cocreadores del universo.  

Muchas gracias Renato

 

Puedes conseguir el libro Amores bíblicos bajo censura en la Librería Dykinson.



 

 

 

 

 

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