En la noche del siete al ocho de febrero se conoció el asesinato del pastor y vicepresidente de la Iglesia Evangélica Luterana Unida de Argentina y Uruguay, Fabián Kreischer. Un pastor comprometido con la inclusión de las personas LGTBIQ, con el servicio a la sociedad, la justicia y la evangelización. Agradezco a Federico Summo, miembro de la comunidad que Kreischer pastoreaba, que haya accedido a contestar unas preguntas para ayudarnos a entender lo que ha ocurrido, pero también, para hablarnos sobre la vida y el testimonio de Fabián Kreischer.
Hola Carlos, y ante todo gracias por este tiempo para conversar. Mirá, lo vivimos con desconcierto y dolor. Nos parece increíble. Nos parece que no es cierto. Pero lo es. Somos una comunidad muy pequeña, como muchas de nuestra iglesia. Somos centenarios (en enero de este año hemos cumplido cien años de presencia en la localidad de San Miguel, cercana a Buenos Aires) y Fabi estaba en nuestra comunidad desde 2010, hace ya once años. Yo lo conocí en enero de 2013, hace ocho. Y cuando me integré a la comunidad de San Miguel (yo participaba antes en la comunidad que nuestra iglesia tiene en Villa Ballester) ya percibí desde el principio lo querido que era Fabi. Y supe de inmediato por qué: tenía la capacidad de hacerte sentir acogido, recibido, cuidado. Hacerte sentir “parte de”, protagonista. Hermano.
Hace unos días varios diarios argentinos apuntaban a un posible crimen de odio. ¿Qué ha trascendido de lo ocurrido?
Sigue barajándose esa hipótesis. Aunque nada es seguro. Fabi fue hallado sin vida entre la noche del domingo 7 de febrero y la madrugada del lunes 8. Las últimas personas que se contactaron con él, lo hicieron el día viernes 5, al mediodía y a la tarde. Luego, nadie supo más de él. Una amiga y hermana de la iglesia, Alejandra, es quien encendió las alarmas el domingo 7 por la tarde. Algunos nos acercamos a su departamento al anochecer, llamando a la policía. El personal policial halló el cuerpo, y días después nos enteramos de algunos detalles: Fabián murió al recibir 17 heridas cortantes. Estaba atado. Más no sabemos. Podemos decir con certeza que fue un crimen, pero debe investigarse si hubo odio -homofobia- en el hecho.
El informe del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT recoge el asesinato en 2020 de diez mujeres trans y cuatro varones gais cis en Argentina, aunque reconoce que los datos son incompletos porque no hay un registro oficial de dichos crímenes. ¿Vive la comunidad LGTBIQ argentina amenazada?
Yo creo que sí, pero no en Argentina en especial. Esta es mi opinión personal, fruto de mis reflexiones a partir de mis experiencias, y de las de muchos amigos y conocidos: yo creo que los gais y toda la diversidad sexual siempre estamos en un gueto de inferioridad. Se trata de un cuerpo de ideas, nociones e impresiones instaladas en nuestras sociedades, en todos los países, y que poseen más o menos fuerza, según condicionamientos como la educación, la procedencia geográfica, etc., y que nos pueden llevar hasta la muerte. Se trabaja sobre eso, digo, en varios niveles y ámbitos, pero nunca se lo desinstala. Esto creo..
Fabián Kreischer fue el primer pastor abiertamente gay que ordenó la Iglesia Evangélica Luterana Unida. Imagino que tuvo que trabajar mucho para lograr ser ordenado, y después para ganarse la confianza de la comunidad que pastoreaba.
De los recuerdos que tengo de las conversaciones con Fabi, me vienen a la mente las dudas o “miedos”, según me comentó en su momento, que percibió de parte de la iglesia (obviamente, encarnada en ciertas personas) al llegar al tiempo de su ordenación. Esos miedos tenían que ver más con su salud (él era VIH+) que con su orientación sexual. Esa era su impresión años después, al menos.
Por supuesto, la IELU (Iglesia Evangélica Luterana Unida) es una institución y como tal debió tener diferentes pareceres. Pero es interesante que nuestra iglesia haya ordenado pastores LGTBIQ+ antes de Fabi (aunque Fabi fue el primero en una relación estable y declarada al momento de ser ordenado, y el primero VIH+), y que haya trabajado con la diversidad sexual ya en los años 1980, en atención pastoral a personas con SIDA (trabajo del pastor Lisandro Orlov y un equipo que lo acompañaba). Digo, la vida de Fabi fue fruto de su entorno también. Y si hubo dudas, que seguro las hubo, también es cierto que la asamblea de la IELU votó por el “sí” a su ordenación en 2012. (Fabi contaba una anécdota hermosa: un pastor -hoy fallecido- que en esa asamblea votó en contra de su ordenación, justamente por no parecerle adecuado Fabián como ministro, en otra oportunidad lo abrazó y felicitó. Son las cosas que lograba Fabián con su personalidad, su magnetismo y su paciencia. Sabía dar tiempo.)
Respecto a la comunidad que pastoreaba, nosotros, la “Congregación San Pablo” de San Miguel, sé que cumplimos -y uso la primera del plural aunque me sumé en 2013, como dije arriba- un rol central en su ordenación. La comunidad lo trató por dos años (2010 y 2011), y en 2012 escribió una carta pidiendo al sínodo su ordenación. Este es el procedimiento habitual en la IELU: una congregación debe “pedirte” como pastor, y recién ahí la asamblea del sínodo (es decir, de todas las congregaciones) evalúa si ordenarte o no. Por eso, Fabi también fue un producto del amor de la comunidad “San Pablo” hacia él. Cuando yo me integré a ella, hacía medio año que era pastor titular, y tres años que lo conocían (como vicario).
Muchas personas reconocen su lucha por los derechos de las minorías sexuales, ¿cómo recuerdas esta faceta de Fabian?
Como algo muy importante pero a la vez, como un “tema más”. Creo que Fabi intentaba que la iglesia no fuera una iglesia “gay”, sino una iglesia donde todos y todas se sintieran bienvenidos. Ese era su eje de trabajo.
Hace unos años compartió su historia; «¿Pastor, gay y con VIH?», en un documento de la Federación Luterana Mundial. Allí afirmaba: «todo implica una lucha y un compromiso por uno y por aquellos que no tienen voz». ¿Cómo se implicó por las personas con VIH+ tanto dentro como fuera de la iglesia?
En la conmemoración del Día Mundial del VIH+, celebrando cultos especiales por eso, que servían de espacio de toma de conciencia. Narrando su historia de vida. Su experiencia. Y siendo, por tanto, un referente para personas que estaban en el proceso de asumir tener VIH+ y aprender a cuidarse y quererse. Eso es lo que vi estos años en que fuimos amigos.
En aquel documento también explicó cuál era el modelo de pastor al que se sentía llamado: «un pastor que viva del evangelio, que luche por aquellos que no son oídos ni oídas, un pastor que camine junto a su comunidad en la lucha por los derechos y la igualdad de condiciones». Parece que se ponía el listón muy alto, ¿cómo fue como pastor?
Bueno, leyendo esa frase así, sin otra referencia, parece que “se ponía el listón muy alto”. Pero Fabi fue de lo más distinto a eso. Era el primero en reconocer errores y buscar mejorar las cosas. Tenía la virtud de saber “moverse” en el momento “justo”, para que el otro u otra cobren protagonismo. No antes, para que pudieran crecer, acompañados. Su “modo” era dialogar, conciliar. Si tengo que definirlo, diría que fue un “facilitador”. No tanto un apóstol, un sabio, un maestro, o un jefe. Sin duda tuvo esas facetas, en diferentes aspectos y momentos de su vida. Pero lo que más destacaba de él era su rol de facilitador: sabía qué decir y qué aconsejar, y sabía a quién designar y para qué tarea. Sabía incentivar y fortalecer. No es casual que en el transcurso de su vicepresidencia (por supuesto, en trabajo mancomunado con el presidente y todo el consejo directivo) la administración de la IELU haya dado pasos hacia una mejor sustentabilidad, una mayor corresponsabilidad y una mejor organización. Era la virtud de Fabi saber administrar; y de lo que no sabía, solía pedir consejo a las personas adecuadas. Esa es mi impresión.
Sé que en las comunidades se conversaba que muy probablemente sería nuestro próximo presidente. Gustavo, el actual, termina su período este año. Lamentablemente, eso ya no podrá ser.
Para acabar, he visto en tu página de Facebook una fotografía de hace un año donde aparece Fabián Kreischer bautizando a tu sobrino. Allí comentas: «un pastor gay y VIH+ (lleno de orgullo lo digo) es signo de otro cristianismo posible». ¿Qué ha significado para ti su testimonio? ¿Qué te ha ayudado a vislumbrar de ese otro cristianismo posible?
Su testimonio ha sido clave en mi vida. Lo conocí a mis 35 años (hoy tengo 43) y no solo fue mi pastor, sino además mi querido amigo. Con quien podía conversar infinidad de temas (todos los temas), y a quien vi en momentos de dolor y vulneración (como la muerte de sus seres queridos) con una entereza, paz y nobleza poco comunes. Su testimonio fue el “cierre” de la admiración que siento por nuestra iglesia (que Fabián amaba), iglesia que nos dio la bendición matrimonial a Carlos y a mí en una ceremonia preciosa (en la comunidad de Villa Ballester, en diciembre de 2012, de la mano del pastor Ángel Furlan y el ministro de la Palabra y los Sacramentos, Sebastián Barthes, nuestro también querido amigo y amigo de Fabi). Entre los 19 y los 33 años (procedo de una familia atea) participé de la vida de fe en una capilla católica, donde tuve hermosas experiencias y donde conocí a mi marido. De los 33 a los 35 participé de los cultos cristianos con Ángel en Villa Ballester. Esta experiencia me permitió conocer una iglesia que no tiene un discurso “homofóbico” en su doctrina (si bien en el catolicismo jamás fui tratado con homofobia); allí me hice luterano. Y a los 35 conocí a Fabi, que siendo gay como yo “completó” mi perspectiva vital, el proceso de crear espacios alternativos donde deconstruir la homofobia inoculada por tanto tiempo en el cristianismo.
Federico Summo
Muchas gracias,
Carlos Osma