“Las terapias de conversión son un camino a ninguna parte”. Entrevista a Alberto Pérez

 

Durante años Alberto Pérez promovió las terapias reparativas, participando en conferencias, creando una entidad para “ayudar” a quienes querían “superar” la atracción hacia personas de su mismo sexo, o dando entrevistas a revistas fundamentalistas que vendían que se puede dejar el “estilo de vida gay”. Hoy, hablamos con él para que nos explique su experiencia, y las razones que le llevaron a abandonar la industria “ex-gay”.

Según has explicado en varias ocasiones, a los catorce años te diste cuenta que eras homosexual, encontraste un libro sobre cómo curar la homosexualidad y empezaste una terapia para enfrentarte a lo que tu llamabas: “el problema de la atracción de personas del mismo sexo”. Hoy, con casi treinta años, si miras atrás, ¿cómo recuerdas aquella época de tu adolescencia?

Recuerdo aquella etapa como unos años a los que no quisiera volver. Una parte de mí siente un fuerte dolor y vergüenza, quisiera que no hubiera pasado. Otra parte de mí sigue sin entenderlo, es como si no me lo creyera. ¿Qué me pasó? No me reconozco a mí mismo…Y, por último, otra parte de mí mira aquel momento de mi vida con profunda compasión, que no con pena propia, me comprendo, me acepto. Tengo una mirada redentora, sé que soy un hombre valioso y desde ahí miro con ojos de dulzura a aquel joven que fui, a aquel adolescente que estaba lleno de confusión y vergüenza.

Cuando descubrí que era gay sentí muchísimo miedo. No provengo de un hogar especialmente homofóbico. Al contrario, en mi caso, mi familia siempre ha sido una fuente de apoyo y comprensión aun cuando no estuvieran de acuerdo con las decisiones que tomaba. Pero, aun así, puedo conectar con el pánico que sentía ante la posibilidad de ser homosexual. Pensé de forma automática que me alejaría de Dios, que ser gay me conducía a una vida de soledad, vacío, promiscuidad y profunda infelicidad.

Sabía que me estaba pasando algo… No sabía el qué ni el por qué… Pero me volqué con todo mi ser a buscar una explicación y una solución. Yo quería ser normal, quería ser como los demás. Busqué en las redes y encontré las teorías de reorientación sexual y las famosas terapias de conversión. Fui yo quien las busqué y me sumergí en todo ese mundo. Fueron varios los grupos y particulares con los que me puse en contacto, varias también las técnicas o métodos que probé para tratar de curar mi homosexualidad. Pensaba que aquello me separaba de Dios y no lo iba a permitir.

Con veinte años la revista ultracatólica Religión en Libertad te hace una entrevista que también publica Protestante Digital donde hablas de la liberación que te produjo esa terapia, y en ella utilizas todo el argumentario homofóbico: la existencia de un “lobby gay”, que la homosexualidad no existe, que se debe a problemas emocionales y al ambiente, etc... ¿Cuál crees que es el mayor daño que te ha producido dicha terapia y cuáles han sido sus consecuencias? Y en otras personas, ¿qué daños recuerdas?

Era un joven, un adolescente lleno de miedo que se sentía muy solo. Era una esponja. Me empapé de todo un discurso, una cultura, una visión muy limitada y homofóbica.

Los daños son muchos… Las consecuencias, las secuelas… No hay día que pase en el que no descubra o vea las huellas que ha dejado en mí tanto auto odio. Las terapias de conversión te destruyen. Rompen tu dignidad porque en último término, el mensaje que dan es claro, y este es que simplemente “tú no existes”, tu forma de ser, lo que te pasa es un pecado, una desviación, la manifestación de unas heridas afectivo emocionales, un trauma o una señal de una “masculinidad dormida”. Hay numerosos estudios que constatan los daños ocasionados por estas prácticas… Ansiedad, depresión, trastornos de la alimentación y de la imagen, abuso de sustancias y problemas con el alcohol… Muchas de estas cosas han sido para mí una realidad, no una simple lista de posibles consecuencias. Demonios con los que he tenido que luchar. La clave ha estado en recuperar mi dignidad como persona, como hijo de Dios.

He visto a muchos hombres con ideación suicida en medio de estas terapias. Las terapias de conversión graban en tu corazón el mensaje de que eres un error. Acabas más desorientado que al principio y dudando de ti mismo. Con una autoestima totalmente anulada, incapaz de mirarte en el espejo sin sentir vergüenza. Personalmente, sentí miedo alguna vez y puse todo de mi parte para que abandonaran estos esfuerzos. No tenía ningún sentido que trataran de salvar su heterosexualidad y perdieran la vida en el camino. Esto no es un juego.

Sé que no soy el culpable. Yo no soy el creador de esto, pero sí sé que fui parte de un sistema que lo único que hace es perpetuar el estigma, el rechazo y la discriminación. Todo esto en base a prejuicios y teorías erradas. Ha sido muy duro y difícil para mí conseguir perdonarme a mí mismo. Entender que ante todo primero fui una víctima y que hice todo lo que pude con lo que estaba en mi mano. La principal consecuencia es esto, acabas sin saber qué ni quién eres. La “industria ex-gay” está muy debilitada y ha caído por su propio peso, pero ha dejado tras de sí un reguero incontable de víctimas.

En esa misma entrevista te defines como cristiano evangélico y explicas que “tu atracción homosexual” te había producido problemas en tu relación con Dios. ¿Encontraste personas que te pudieron ayudar realmente? ¿Cómo vives ahora esa relación? ¿Sigues identificándote como cristiano evangélico?

He tenido que aprender que una cosa es el “movimiento evangélico” y otra cosa es Dios. El mundo evangélico tiene más que ver con grupos de poder, manipulación y dinero. Dios, la espiritualidad, es otra cosa. Lo que ha pasado y está pasando en EEUU o Brasil, son claros ejemplos y ponen de manifiesto qué es lo que hay detrás realmente. En lo personal ha sido un viaje. Descubrí que abracé la religión por miedo más que por convicción. Por lo que esto me ha llevado a cuestionarme todas mis creencias.

Estoy muy lejos del dogmatismo religioso. De cualquiera. Porque entiendo la religión como un elemento de opresión, en lugar de liberación. Que nadie se confunda, no soy anti nada, no soy anti Dios ni anti Iglesia, soy pro todo, soy pro personas. Creo que el evangelio debe ser un llamado a la realización. Los mensajes de culpa creo que no nos ayudan. Pienso que el cristianismo ha sido usado para hacer daño en muchas ocasiones… Pero no solo a los homosexuales, también a las mujeres, también a los pobres, también se ha usado para levantar una raza sobre otra. Los que se han presentado como voceros de Dios han usado la fe para enseñorearse sobre otros.

Creo que en medio de todo esto a veces no resulta fácil reconciliar fe y condición afectivo sexual. A veces, visito iglesias inclusivas y abiertas. E incluso, a día de hoy, algunos sacerdotes católicos y otros creyentes me buscan en privado como un referente para hacer ese proceso de reconciliación entre lo que se es y lo que se cree. A grandes rasgos, diría que sí, soy cristiano. Soy un hombre espiritual, abierto a esta dimensión, a cuestionar, a buscar y a redescubrir.

Las terapias de conversión son un auténtico abuso. Abuso físico, emocional y espiritual. Por ello he tenido que hacer un trabajo muy fuerte para ver qué y quién es Dios después de esta experiencia.

En el año 2012 en una universidad chilena se realiza un seminario donde se invita a supuestos expertos en terapias reparativas, y tú eres uno de los panelistas. Eso produce protestas de estudiantes y del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), que son calificadas por los organizadores como un intento de coartar la libertad de expresión. ¿Crees todavía hoy que los discursos que promueven las terapias reparativas deben estar protegidos por la libertad de expresión?

Soy un claro defensor de la libertad y de los derechos individuales. Estoy convencido de que cada persona debe encontrar su propio camino a la felicidad y a la realización personal. En otras palabras, cada persona es libre y debe poder hacer con su vida lo que quiera. Sin embargo, no, no existe el derecho a discriminar. No existe el derecho a maltratar. No se puede consentir que se difunda un mensaje o se promuevan ideas que estigmatizan y refuerzan prejuicios. Las premisas de las que surgen las terapias de conversión son falsas. Las terapias de conversión no solo no funcionan, sino que arruinan vidas. Son potencialmente muy peligrosas, pueden conducir a una persona al suicidio en el peor de los casos.

Aquí nadie está luchando para privar a nadie del derecho a la libre auto determinación, de lo que se está hablando es de Derechos Humanos, de dignidad. Del Derecho a ser feliz y a ser quien se es. La dignidad de las personas es sagrada. Las terapias de conversión atentan claramente contra ella. No se pueden tolerar bajo ningún concepto porque no tienen razón de ser. Algunos países, el que lo hizo de forma más reciente fue Alemania, han prohibidos las terapias de conversión. En nuestro país necesitamos hacer lo mismo. Esto es muy importante y poderoso porque da un mensaje claro a las personas que puedan estar atravesando algún tipo de conflicto. Todo está bien en ti. No hay nada que curar ni nada que cambiar. Eres valioso y digno tal como eres.

Es importante hacer ver que no se trata de una cuestión política sino de Derechos Humanos fundamentales, de respeto a la dignidad humana. La ONU ha sido clara al respecto, las terapias de conversión suponen una auténtica tortura y anima a los Estados a trabajar en su prohibición. En nuestro país solo hay algunas Comunidades Autónomas que prohíben estas prácticas de forma clara. Necesitamos una normativa a nivel nacional y que además no quede en algo administrativo, sino que sean reconocidas y tipificadas como auténtico delito de odio. Necesitamos seguir sentando bases y convirtiéndonos en ejemplos y referentes para que otros países puedan seguir nuestros pasos. Sin una prohibición expresa. No hay garantías.

El Dr. Ángel Sánchez explicó en una publicación su experiencia de sufrimiento al no aceptarse como homosexual, y relata de esta forma lo qué supuso para él conocerte: “Contacté con Alberto Pérez. A través de su vivencia personal descubrí la solución para todo lo que me pasaba. Descubrí en él a alguien que era libre, en total contraste con mi esclavitud. Alguien que vivía el cristianismo de un modo coherente y sin tapujos”. ¿Eras realmente libre y coherente?

Y tan coherente… Bendita coherencia que me ha traído hasta aquí. Siempre he tratado de ser lo más íntegro y honesto sobre este tema y sobre otros tantos que respectan a mi vida personal. La mayor parte de las personas que hemos promovido las terapias de conversión no éramos mafiosos que nos dedicábamos a frotarnos las manos viendo formas de engañar a los incautos. Lo hice porque estaba convencido de lo que hacía. De la misma forma que ahora hago lo que hago. Sin embargo, las buenas intenciones, no arreglan el daño que puedas haber ocasionado.

Se cumple en este caso aquello de los más homófobos son homosexuales con profundos y fuertes conflictos consigo mismos con los que terminan salpicando y arrastrando a los demás. Por eso es de justicia ser claro sobre todo esto y acabar con ello. Es importante resarcir el daño. Quedarme a la deriva y seguir con mi vida dejando esto atrás no podía ser una opción válida para mí. En este caso, el silencio hace más daño que la denuncia. No me puedo permitir ser blando ni ambiguo.

¿Libre? No se me ocurre mejor forma para explicarlo que recurrir al mito de la caverna. Era libre en medio de un sesgo… No estaba abierto a la realidad ni a la vida. Ni mi entorno me estaba permitiendo ver el 100% de la situación. Esto es más lo triste de todo. Pienso que el trabajo de visibilización y denuncia es necesario. Sobre todo para alertar y prevenir a las personas que están atravesando ahora un momento de confusión al respecto. Cuando se está en medio de la turbulencia uno no ve más allá de lo que tiene delante. Nadie escarmienta en cabeza ajena. A mí me gustaría ser capaz de evitar a otros pasar por ese error… En el que perderán dinero, tiempo, y no serán felices. Pero entiendo que cada persona tiene su momento y su proceso personal.

Después creas la entidad Verdad y Libertad para tratar de “ayudar a quienes tienen atracción por personas de su mismo sexo”, y el Dr. Ángel Sánchez colabora contigo. ¿Contactó mucha gente con vosotros? ¿Cómo te sientes hoy al pensar en lo que hiciste a esas personas?

Nunca me olvidaré de un chico en particular con el que trabajé directamente en estas terapias. Años después me enteré que se había quitado la vida. Dios sabe que lloré durante días. Esto sacudió mi alma… Enterarme de esto me provocó un shock importante… Lejos de huir, preocupado por lo que podía suponerme dar la cara contacté con la familia. Quería pedirles perdón y que supieran que este muchacho era un hombre bueno, noble. Alguien que quería mucho a su familia. Al contrario de lo pensaba, la familia recibió este hecho de la mejor forma posible. Fue una experiencia sanadora y liberadora el poder hablar con ellos de todo esto y llorar juntos. Sé que no soy el responsable directo. Al fin y al cabo, cuando este chico tomó esa decisión hacía mucho tiempo que nosotros no teníamos ningún tipo de contacto. Pero no puedo obviar mi grado de culpabilidad en toda esta tela de araña. No he sido yo el que ha creado este sistema. Pero sí he sido parte y ayudé durante un tiempo a que se siguiera perpetuando el estigma, el rechazo y la discriminación.

En los años en que promoví las terapias de conversación fueron muchas las personas que se pusieron en contacto conmigo en busca de asesoramiento. Tanto a nivel particular como padres y madres preocupados por sus hijos. Centenares, no sabría dar un número de cuántas personas fueron. No solo con las que trabajamos de forma directa, sino todos aquellos que de forma puntual entablaron alguna vez algún tipo de contacto. Evidentemente me siento mal. Me da muchísima tristeza y vergüenza. Pero también he trabajado para reconciliarme conmigo mismo en este tema. Estoy tranquilo porque sé que obré pensando que era algo bueno y que era lo mejor que podía hacer. Pensaba que realmente estaba ayudando. Pero no, difundir un mensaje de odio, de auto odio es terriblemente malo.

¿Qué les dirías ahora?

Mi mensaje hoy es positivo. Mi mensaje es que hay esperanza. Del trauma se sale, el trauma se supera. Yo digo a todos esos jóvenes y hombres que están atravesando una fase de confusión en medio del miedo, la soledad y la desesperación que no están solos. Somos muchos los que ya hemos estado ahí. Y al final se sale. Al final, todo mejora. La vida comienza después desde que empiezas a aceptarte, a amarte y respetarte a ti mismo. De ahí, de tu corazón va a salir una fuerza tremenda. El mundo tiene derecho a disfrutarte tal y como eres, no nos dejes a los demás con las ganas de conocerte tal y como eres.

Las terapias de conversión no tienen nada que ofrecerte. Son un callejón sin salida. Un camino a ninguna parte. Te mereces mucho más que eso. Te mereces ser feliz. Te mereces mucho más que vivir tratando de encajar en los esquemas de otros. Y esa felicidad sale del encuentro contigo mismo. Cuando entiendas que eres único y perfecto tal como estás. No estás roto. No escuches las voces de los que te quieren llevar por el camino de una falsa libertad. No es otra cosa que auto represión.

Tampoco escuches mi voz, nuestras voces… Escucha tu voz. Toma un respiro. Tomo un tiempo para ti. Te aseguro y te garantizo que después de todo este dolor y sufrimiento. Llegará un día en el que puedas mirarte al espejo, ver lo valioso que eres. No va a ser fácil. Tienes que atravesar el valle. Pero te prometo que al final, podrás mirarte a los ojos sin vergüenza, sin asco y sin miedo. Al final, sonreirás.

Escuchando lo que acabas de decir, uno se pregunta qué ocurrió para que decidieras salir de la “caverna” que nos has explicado: ¿Qué desencadenó que pasaras de realizar terapias de reparativas a denunciar el peligro que suponen?

Me cansé de sufrir. Vivir bajo los paradigmas de las terapias de conversión no te hacen feliz a largo plazo. Entonces paré y comencé a hacerme las preguntas adecuadas para tener buenas respuestas... ¿Quién soy? ¿Qué quiero hacer con mi vida? La verdad es que no es un asunto de razones, mis decisiones no han estado fundamentadas en argumentos, sino que he tratado de vivir de la autenticidad, desde el corazón. Es duro darse cuenta de que te has equivocado y más duro es reconocerlo. Me cansé de estar viviendo en una lucha sin fin y sin sentido. Decidí abrazar la vida y la auténtica libertad.

Para finalizar, entiendo que tu experiencia ha sido dura y que estás en un proceso para asimilar todo lo que te ha ocurrido, dices varias veces que no eres culpable, que colaboraste, pero que no eres el creador de las terapias reparativas. Que has logrado perdonarte a ti mismo, pero el perdón, sobre todo cuando tiene que ver con lo que hemos hecho a otras personas, no es algo que podamos darnos únicamente nosotros mismos, también necesitamos del perdón de los demás, o al menos de nuestra voluntad de ser perdonados por las personas a las que hemos hecho daño. Espero que esta entrevista pueda ayudarte en este proceso.

Es verdad, tienes toda la razón. Lo que pasa que yo tengo que hacer lo que está en mi mano, lo que tiene que ver conmigo. El resto, tienen que tomar sus propias decisiones. No se trata de mí, se trata de ellos. La verdad es que hay personas para las que da igual lo que hagas. Da igual si pides perdón o no. Da igual si lo haces de rodillas o no, da igual si te fustigas o no. Hay personas que están enfadadas con el mundo. Yo he aprendido que no puedo hacer nada con las cosas que pasan a mi alrededor, pero sí puedo decidir cómo me afectan. Insisto, el perdonar ya no se trata de mí, se trata de ellos. Y esto, créeme que no es egoísmo ni es soberbia. Es liberación. Hay personas que viven enfadadas y presas de su dolor… Pienso que cada uno es responsable de hacer su propio proceso personal de sanidad, no podemos descansar en las acciones de los demás para seguir avanzando en nuestras vidas.

La falta de perdón es una trampa. La falta de perdón es un veneno. Pero no para quien nos ha hecho mal, sino para nosotros mismos. No perdonar, vivir en el dolor, en el resentimiento es beber un veneno pretendiendo que eso haga daño al otro.

Gracias Alberto por acceder a realizar esta entrevista y explicar el peligro que suponen las terapias reparativas. Unas terapias que lamentablemente para el evangelio, todavía hoy, son promovidas por entidades cristianas.



Carlos Osma

 

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