Una fe como la de nuestras madres
Quienes hemos sido educados en familias cristianas sabemos lo fácil que es caer en la tentación de cuidar la fe como si fuera una reliquia. El ejemplo de nuestras madres o abuelas, que lucharon tanto por defenderla pesa mucho, a veces demasiado. Y cuanto más trabajamos por protegerla, por conservarla, más nos damos cuenta que nos alejamos de aquella fe que nos transmitieron. Únicamente cuando nos atrevemos a tomarla en serio, y estamos dispuestos a ensuciarla con nuestra cotidianidad llena de incongruencias, errores y algún que otro acierto, descubrimos que la vivimos como ellas lo hicieron.