Un cartel que recorre la red nos recuerda que Juan Varela impartirá un curso para líderes evangélicos que necesitan formación bíblica y herramientas para especializarse en la pastoral de la atracción al mismo sexo y la confusión de la identidad. Esto no ocurre en Rusia, aunque imagino que cursos similares a estos también habrá, sino en España, aunque gracias a la tecnología cualquier persona de habla hispana, de cualquier lugar del mundo, puede convertirse con dos sesiones de tres horas cada una, y gracias al maestro Varela, en Coach en orientación sexual, género e identidad sexual.
Esto se hace hoy, con completa impunidad, promocionándolo incluso por las redes sociales, sin que nada ocurra. Juan Varela también vende su libro publicado por la editorial evangélica CLIE afincada en Cataluña: Homosexualidad. Pastoral de la atracción al mismo sexo. Comprensión. Prevención. Intervención. Y lo hace a sus alumnos, en sus conferencias, y en librerías evangélicas de España y del resto de países de habla hispana. Libro que con toda seguridad añadirá dificultades y dolor a la experiencia de muchos jóvenes evangélicos.
La LGTBIQfobia se mueve libremente dentro de la mayoría de iglesias evangélicas sin que las instituciones más relevantes que las representan levanten la voz contra ella. Pero la LGTBIQfobia no es cristianismo, es una deformación, es una ideología que lo desvirtúa, que le quita credibilidad y lo va destruyendo. La LGTBIQfobia no nace del amor al prójimo, sino de la incapacidad de entenderlo, y del orgullo que sitúa mi propia identidad y deseo como la única posible. Y lo que produce no es libertad y vida, sino opresión y muerte. Es lamentable ver a tantas entidades evangélicas ser cómplices de todo esto.
Pero es lamentable también, que las leyes que deberían proteger a las minorías de los discursos de odio no se implementen realmente. Que personas como Juan Varela se sientan totalmente libres de poner una cara sonriente en un cartel que verá todo el mundo en las redes, donde se dice que te pueden formar para restaurar y curar a personas con problemas de identidad sexual. Nos queda todavía mucho para conseguir una sociedad respetuosa con la diversidad, y este tipo de cosas, más que desanimarnos, debería reafirmarnos en nuestra voluntad de seguir trabajando para poder alcanzarla. Con las leyes que tenemos no hay suficiente, o por lo menos con su aplicación. Con la educación tampoco, y menos con la teología rebosante de LGTBIQfobia que se impone como verdad absoluta. Queda mucho por delante, no nos podemos permitir el lujo de parar ahora. Si lo hacemos, nunca se acabará el dolor que generan las formaciones como las de Juan Varela en la vida de tantas familias.
Carlos Osma
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