¿Qué ocurre en Cataluña?


No voy a engañar a nadie si digo que a día de hoy creo que la independencia de Cataluña respecto de España es lo mejor que nos podría pasar a quienes vivimos en este pequeño país de Europa de poco más de siete millones y medio de habitantes. No soy nacionalista, lo digo siempre y lo repito, y no porque crea que ser nacionalista sea algo malo o me de miedo que me identifiquen con posiciones radicales. Ser nacionalista no tiene nada de radical, a menos que estés dispuesto a defender con mentiras, manipulaciones, insultos, policías, porras, pelotas de goma, o incluso te atrevas a enviar a prisión a quienes no entienden la nación como tú lo haces. Vivo en este país desde hace dieciocho años, y aunque no soy nacionalista, soy independentista.

Tengo amigos, compañeras de trabajo, o conocidos que no lo son. Algunos incluso sienten que su nación es España y les incomoda el aumento del independentismo. Tengo también que decir que a mi alrededor son minoría, pero para mí, un protestante homosexual catalán (una minoría de una minoría), eso no quita ni da razón a nadie. Y creo que toda minoría debe ser respetada y defendida con uñas y dientes por las mayorías. No tiene nada de deshonroso sentirse andaluz y querer seguir siendo español, aunque vivas hace cuarenta años en Barcelona; Mi abuela vivió más de cincuenta años en el País Vasco y siempre se sintió granadina. Si hubiese tenido que votar y elegir entre ser española o vasca, tengo muy claro cuál hubiera sido su voto. Y como yo, hay mucha gente, por eso aunque muchos se empecinen en crear una fractura social para intentar dejar de ser una fuerza política residual en Cataluña, la realidad es que en este pequeño país, como en muchos otros, conviven diferentes sensibilidades. Tampoco voy a callarme, para ser políticamente correcto, lo que se ha podido ver en los medios de comunicación: que la multitud de manifestaciones independentistas han sido un ejemplo de civismo, mientras que en las dos manifestaciones españolistas siempre ha habido algún episodio de violencia. Respeto el derecho de todo el mundo a expresar y exigir lo que crea conveniente, pero sin ejercer la violencia y sin incitar a realizarla.

Resumiendo el conflicto como yo lo veo, todo empezó cuando en septiembre de 2005 el Parlament de Catalunya aprobó un nuevo Estatut en el que se recogía su voluntad de aumentar el autogobierno y reafirmar su identidad como nación, siempre dentro de la Constitución Española. Posteriormente fue aprobado por el Senado y el Congreso de los Diputados español, haciendo un sustancial recorte al aprobado por el Parlament de Catalunya. En el año 2006 fue ratificado en un referéndum por la población catalana. Eran años en los que el Partido Popular, hoy en el Gobierno de España, intentaba por todos los medios erosionar al Gobierno de Zapatero, y para ello decidió hacer campaña contra dos aspectos que creía podría ayudarle en sus intereses políticos: el matrimonio entre personas del mismo sexo y el Estatut de Catalunya. Para oponerse al matrimonio entre personas del mismo sexo organizó grandes manifestaciones aglutinando a los sectores más conservadores, y para derogar el Estatut hizo campañas por toda España pidiendo firmas que no hicieron más que aumentar el anticatalanismo, y la indignación en la población catalana. Ambas cosas las recurrió ante un Tribunal Constitucional formado mayoritariamente por jueces de corte conservador, y que en algunos casos habían sido nombrados directamente por el Partido Popular, que decidieron el 28 de Junio de 2010 recortar, y para muchos catalanes y catalanas vaciar de contenido de una manera indigna, el Estatut que habían votado en referéndum. Como valoración personal diré que el hecho de que el Partido Popular dejase de ser abanderado de la oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo, pero no contra el Estatut, indica que el anticatalanismo le da más rédito electoral en España que la homofobia. 

Cada 11 de Septiembre se celebra la Diada, la fiesta nacional de Cataluña, en la que tradicionalmente tiene lugar una manifestación. Yo asistí por primera vez en 2010, pocos meses después del recorte del Estatut, y lo que allí ocurrió creo que pillo por sorpresa a la mayoría. En primer lugar por el número de asistentes, tras la pancarta con el lema “Som una nació". Nosaltres decidim1había más de un millón de personas. Y en segundo lugar porque los gritos pidiendo la independencia mostraron con claridad meridiana el grado de indignación que había supuesto el ataque del Partido Popular al autogobierno de Cataluña. Aunque los movimientos independentistas siempre han tenido una presencia relevante dentro del país, a partir de aquel momento el índice de independentismo aumentó de forma notable. Las posiciones políticas que pretendían mediar y buscar soluciones intermedias, como el estado federal, se hundieron en intención de voto, principalmente porque los catalanes habían perdido la confianza en un Estado Español que no había respetado el pacto del Estatut. Además en el año 2012 los Gobiernos Catalán y Español rompen los acuerdos que tenían en aquel momento cuando Mariano Rajoy se niega a discutir la propuesta catalana de pacto fiscal. Son años en los que en otros lugares del mundo como Quebec o Escocia se realizan o negocian referéndums de independencia pactados con Canadá o Inglaterra. Cataluña pretende pactarlo también, pero el Gobierno de Mariano Rajoy, se niega en rotundo. A pesar de eso el 9 de noviembre de 2014 se organiza una consulta, que a pesar de ser prohibida es finalmente realizada, donde votamos mas de dos millones trescientas mil personas, alrededor del 45% del censo, y donde el Sí a la independencia ganó con más del 80% de los votos. A partir de ese momento se sigue pidiendo un referéndum acordado, pero esta posibilidad es negada una y otra vez. En 2015 las elecciones al Parlament de Catalunya son utilizadas por los independentistas como el referéndum que demandan, y acudimos a votar un número récord de ciudadanos y ciudadanas. Los partidos independentistas ganan las elecciones, lo hacen con casi un 48% de los votos, mientras que los que se oponen a la independencia obtendrán alrededor del 43%. El partido “Catalunya Sí que es Pot” partidario de un referéndum, pero donde conviven sensibilidades diversas respecto a la independencia, obtiene un 9% de los votos y con su indefinición no ayuda a dejar claro si el sí a la independencia ganó en aquellas elecciones.

El Gobierno independentista surgido de aquellas elecciones incluía en su programa llevar a Cataluña a la independencia en dieciocho meses. Sin embargo se abandona la idea de la declaración unilateral de independencia y se intenta de nuevo hacer un referéndum pactado para que se visualice realmente cual es el apoyo que tiene el independentismo. Aunque todas las encuestas dicen que más del 80% de catalanes está a favor de un referéndum, el Gobierno de Mariano Rajoy continua negándose por activa y por pasiva a autorizarlo. Además de todo esto, el Tribunal Constitucional es percibido por una parte importante de la población catalana como un poder que se posiciona al lado del Gobierno Español y en contra de las aspiraciones legítimas del Gobierno Catalán. Para nada ayudan a percibirlo como un tribunal útil a los intereses de los ciudadanos catalanes cuando por ejemplo, y en otro orden de cosas, tras un recurso del Partido Popular el Tribunal Constitucional declara que el Parlament de Catalunya no puede prohibir a las compañías de electricidad cortar el suministro a familias en situación de vulnerabilidad. La sensación es que hay una desconexión total entre lo que Cataluña entiende por justicia, y lo que el Gobierno Español y su Tribunal Constitucional hace.

Finalmente el Gobierno Catalán organiza un referéndum fuera de la legalidad española, garantizada por el Tribunal Constitucional, el 1 de octubre del mes pasado. Un referéndum que el Gobierno Español afirmaba una y otra vez de que no se realizaría y para el que trajo policías de toda España, algunos de los cuales salían jaleados por sus vecinos con el grito de “¡a por ellos!”. Sin embargo, el referéndum se realizó por la voluntad inquebrantable de quienes creemos que tenemos derecho a decidir en qué marco político queremos vivir. Fue uno de los días más tristes que recuerdo, al ver como la policía española golpeaba a personas que solo querían votar. Más de 900 resultaron heridas, una de ellas perdió un ojo, otras recibieron pelotazos de goma o fueron golpeadas con porras. Esa fue la respuesta democrática de un Gobierno a la petición mayoritaria de los catalanes de querer votar. De todas formas también fue un día lleno de dignidad, inolvidable ver la manera en la que la gente se organizó y fue capaz de defender con su cuerpo la democracia de verdad, esa que no se predica a través de pantallas de plasma, sino arremangándose y haciendo real el derecho a decidir de todas y de todos. Votaron de nuevo cerca de dos millones trescientas mil personas, pero la policía impidió votar en colegios situados en zonas mayoritariamente independentistas cuyo censo era de más de setecientas mil personas. De nuevo el sí a la independencia volvió a ganar, esta vez con más del 90% de los votos.

A partir de aquel momento, en vez de diálogo, se recrudeció la represión y pocos días después los dos líderes soberanistas de las entidades ANC y Omnium, Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, fueron encarcelados por sedición. Para la inmensa mayoría de los catalanes meter en la cárcel a dos personas por organizar una manifestación es incomprensible y hace volar por los aires los puentes que aún quedaban para el diálogo. Si esto no fuera suficiente, y tras la declaración de independencia del President de la Generalitat, apelando a los resultados de las elecciones del 1 de Octubre, que había sido suspendida temporalmente para buscar una mediación pero que tras continuas amenazas fue votada y ratificada el pasado 27 de Octubre; El Gobierno Español ha intervenido la autonomía de Cataluña aplicando el artículo 155 de la Constitución y ha cesado a todo el Gobierno Catalán democráticamente escogido por la población. A partir de allí, el President de la Generalitat Carles Puigdemont junto a cinco Consellers se ha refugiado en Bruselas, y el resto del Gobierno Catalán ha sido citado en Madrid y encarcelado. Esa es la respuesta que los políticos españoles son capaces de dar a la voluntad mayoritaria que hay en Cataluña de realizar un referéndum de independencia.

Es triste ver como ante todo lo ocurrido la Unión Europea, esperanza hasta hace muy poco de muchas y muchos catalanes, se ha revelado como un club esencialmente económico, que no se moverá para defender los derechos democráticos de siete millones y medio de sus ciudadanos. Al mismo tiempo, es triste ver la reacción mayoritaria de la población española, que ha visto con buenos ojos la aplicación del artículo 155 en Cataluña y que cree que esta es la mejor manera de resolver un conflicto que en realidad no es con un Gobierno, porque los millones de catalanes que desean votar en un referéndum su relación con España, no se van a evaporar encarcelando injustamente a sus dirigentes, o apaleando a quienes quieren votar.

Ahora Rajoy quiere que votemos el 21 Diciembre, pero no quiere que votemos lo que nosotras y nosotros deseamos, sino lo que él y quienes les sirven de muleta han decidido que es lo único que podemos votar. Así es como se entiende en España la democracia, y como quieren aplicárnosla. Es evidente que en esas próximas elecciones, demasiado lejanas todavía (hoy una semana es como un año en Cataluña) la indignación de la población catalana se hará notar. Quizás, la posibilidad más remota es que no lleguemos a votar, o quizás sí, y puedan utilizarse como el referéndum que la mayoría de la población demanda. Para eso “Catalunya Sí que es Pot” tendría que definirse claramente por el sí o por el no y así podríamos saber con seguridad que es lo que quiere la población catalana. Aunque no es difícil intuirlo al ver la reacción a la desesperada que ha tenido el Gobierno de Mariano Rajoy para impedirlo. De todas formas sigo pensando que el 21 de Diciembre está muy lejos, y que la indignación es demasiado grande ante la ofensiva del Gobierno Español y la manipulación de muchos medios de comunicación. Creo que si en España y en Europa quedan demócratas, no se debería dejar pasar tanto tiempo, y se debería exigir al Gobierno Español que vuelva a la cordura, saque a los presos políticos de las cárceles españolas, se siente en una mesa de negociación, y negocie el referéndum que la mayoría de catalanes quiere. Después que trabaje para ganárselos y que no quieran marcharse. Si no es así, todas las personas que votamos el 1 de Octubre pasado, solo reconoceremos el mandato del Gobierno que escogimos, y el resultado de dicho referéndum. Cataluña para nosotros es, a pesar de estar intervenida ilegítimamente, una república independiente.



Carlos Osma



1Somos una nación. Nosotros decidimos.   


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