La yihad de musulmanes y cristianos


Desde 2014 ISIS ha conquistado varias zonas de Siria para establecer un supuesto “califato” del que la ciudad de Raqqa es capital. La voluntad de este grupo terrorista es establecer un Estado Islámico que abarque todo el mundo árabe y desde el que conquistar el resto del mundo. La yihad es el grito de guerra con el que pretenden atraer a jóvenes musulmanes que se sienten excluidos y desarraigados en países occidentales. Es el grito con el que decapitan, crucifican o lanzan desde lo alto de edificios a todo aquel que muestre un atisbo de disidencia en Raqqa, o con el que sembraron el terror y la muerte hace unos días en París. No importa si para ello tienen que inmolarse, la yihad les promete una vida en el paraíso rodeados de doce doncellas a cada uno de ellos, y un solo hombre a ellas para que estén satisfechas. 


La pregunta que algunos cristianos y cristianas nos hacemos es si todo esto tiene su origen en el Islam, o si la religión sólo es un medio para atraer adeptos y justificar la barbarie. La respuesta es fácil si nos atrevemos a responder otras preguntas similares que interpelan nuestra fe cristiana: ¿Qué tuvieron que ver las guerras de religión del siglo XVI, que dejaron cientos de miles de muertos y desplazados, con el cristianismo? ¿Qué tiene que ver la discriminación por género o por orientación sexual de la mayoría de iglesias cristianas actuales con el mensaje de salvación de Jesús? Y como casi siempre, cuando por fin conseguimos responder a una pregunta difícil, descubrimos otra aún más complicada: ¿Por qué la religión tiene esta facilidad para dar cobertura a acciones y mentalidades inhumanas?

Quizás una buena aproximación para responder a esta pregunta la dio G. W. Allport, quien elaboró la ROS (Religious Orientation Scale) para analizar las motivaciones religiosas, y estableció dos tipos muy contrastados de vivir la religiosidad. Al primer tipo lo llamó religiosidad extrínseca, que es aquella en la que la persona vive la religión como un medio para diversas finalidades: seguridad personal, regulación social, promoción social, búsqueda de bienestar. En definitiva una concepción utilitarista que busca en última instancia la comodidad y la defensa, ante un entorno que vive como hostil. Vivida así la religión, es normal que aparezcan comportamientos tan alejados de los principios de la fe musulmana, cristiana, judía, etc. La religión siempre es defensiva, no lleva más allá de lo que tenemos delante. En el fondo, creo que esto no es religión, porque no re-liga nada, lo inmanente y lo trascendente quedan separados, como mucho lo trascendente es sólo una excusa para defender la manera personal o social de entender lo inmanente.

Allport observaba otra forma de vivir la religiosidad a la que llamó Religiosidad Intrínseca, que entiende la fe como un valor en sí mismo, más allá de los intereses y deseos personales. Una forma de aceptar la propia identidad y proyectarse hacia la trascendencia. La fe como un camino siempre hacia adelante, como algo que nos empuja fuera de nosotros, hacia el otro y hacia la trascendencia. Una religiosidad que no se detiene en seguridades, que está en continuo movimiento, y que al moverse se encuentra con otros seres humanos. Una religiosidad así es difícil que caiga en el integrismo, el fundamentalismo o el islamismo.

Volviendo a la visión que tenemos sobre el Islam, me doy cuenta de que quizás pesan mucho los estereotipos, por muy reales que éstos parezcan ser, y nos olvidamos de lo más importante: observar con nuestros propios ojos la realidad de los musulmanes que tenemos cerca. Y es que la mayoría de estas personas, están tan contrariadas por la utilización del nombre de Dios y del Islam para asesinar como nosotros. Identificar Islam con violencia es faltar a la verdad, porque no responde a la realidad. También son musulmanes Muhammad, Laila, Omar, Bilal, Amina o Samira, que son estudiantes adolescentes que tienen que adaptarse rápidamente a una sociedad y a una lengua que nos son las suyas. O el jugador del Barça Munir al que muchos adolescentes tienen como ejemplo de superación y éxito. También es musulmana Mariam Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica, Federación que tras los asesinatos de París ha realizado un comunicado en el que recuerda que “En el Islam no cabe la coacción[1]y “Quien mata a un inocente es como si matara a toda la Humanidad[2]”.

Y al acercarnos a estos musulmanes nos damos cuenta de que no estamos tan lejos, de que nuestra visión de Dios no es tan diferente, y que lo que más nos separa en ocasiones, son las costumbres, o las formas de ver el mundo que cada uno traemos con nosotros, pero que en la mayoría de ocasiones nada tienen que ver con nuestra fe. Aquí reside en mi opinión la única forma de comenzar unas nuevas relaciones entre el Islam y Occidente: entrar en contacto con las musulmanas y los musulmanes que tenemos cerca.

La especialista en Islam Dolors Bramon comentaba en sus clases que la yihad es un concepto que ha sido mal interpretado dentro del Islam a lo largo de la historia, al traducirse como guerra santa. Según Bramon la traducción correcta sería esfuerzo en el camino de Dios, o máximo esfuerzo contra lo que está reprobado. A nivel personal un musulmán practica la yihad cuando intenta ser un buen creyente, vence su ego y adora sólo a Dios. A nivel social encontramos ejemplos de práctica de la yihad  en llamadas como las del presidente sudanés Omar al Bashir, que en 1989, proclamó la yihad agrícola bajo el lema “desarrollad la agricultura y reconoced sólo a Dios”.

Quizás para poder acercarnos, tanto musulmanes como cristianos estamos llamados a la yihad. Un esfuerzo por seguir el camino de reconciliación que Dios pone delante de nosotros. Una llamada a reconocernos como hermanos y a superar los recelos. Pero no tan sólo a nivel individual, sino también a nivel social y político, por eso estamos llamados a apoyar las iniciativas que intenten pacificar las relaciones entre unos y otros, y a denunciar aquellas políticas que pretendan someter a situaciones injustas a un pueblo sobre otro. Y por eso, espero que la situación de inseguridad o incluso pánico que estamos viviendo actualmente en Europa por la amenaza del ISIS, al igual que la experiencia de muchos musulmanes de oriente medio que padecen la políticas económicas de occidente con pobreza y también muerte, no se traduzca en un distanciamiento aún mayor entre los países de mayoría musulmana y occidente. La violencia y la muerte nos azota tanto a unos como a otros, por lo que deberíamos aunar juntos todos los esfuerzos para acabar con quienes utilizan el nombre de Dios, sea éste Yahvé, Alá, o dinero, contra la vida de los seres humanos, tengan estos la fe que tengan.


Carlos Osma









[1] Corán 2:256
[2] Corán 5:32

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