Esther: Gracias! Kati y yo estamos contentísimas. Empezamos a pensar en tener hijos desde que empezamos nuestra relación hace 10 años, pero en ese entonces no hablábamos de embarazo sino de adopción- que todavía deseamos hacer algún día. Con el tiempo fuimos recogiendo más información al respecto de un embarazo con donante, primero en Buenos Aires en donde vivimos por unos años y en donde contactamos con una clínica de fertilidad y un banco de semen por primera vez.
Siempre me gustaron los niños/as, siempre quise tener hijos/as propios, nunca sin embargo estuve muy segura de querer parirlos! (jaja).
Antes de estar con Kati ni siquiera me imaginaba una vida posible fuera del armario, lo de la maternidad simplemente estaba fuera incluso de mis propios sueños.
Esther: Una que otra persona ha preguntado “quien es la madre” como diciendo que sólo la que gesta a la criatura es la verdadera madre, felizmente la mayoría de nuestro entorno ha asimilado la idea de que las dos somos madres, aunque solo una sea la gestante. Quizá se deba a que en Chicago, el lugar en donde vivimos, las adopciones son vistas con mucha naturalidad así como las familias diversas de dos madres/padres en donde no existen el lazo biológico en uno o ambos casos. Yo soy originalmente de Paraguay, Sudamérica, y estas realidades también existen ahí pero no existe el mismo tipo de transparencia en el sentido de que no se habla del tema abiertamente justamente por la crítica y el posible rechazo. En nuestro caso particular estando fuera del armario con mucha visibilidad y hablando/escribiendo sobre nuestra experiencia quizá sea más factible que realicen comentarios acerca de la conformación de nuestra familia, ya sea en forma negativa o positiva.
En nuestro caso no hay padre, sino un donante anónimo. Lo que hay son dos madres iguales en responsabilidades y en derechos legales. Mientras más hablemos abiertamente sobre nuestras realidades los estigmas se irán desmantelando y llegará un día en el que sea común visualizar los distintos tipos de familias y será plenamente aceptado socialmente lo que hace mucho existe.
Esther: Qué bueno que tengan ese grupo de familias lesbianas y gays! En nuestra iglesia en Chicago tenemos varios modelos de familias representados y si permanecemos en esta ciudad buscaremos otros grupos que sabemos también existen aquí.
Sobre tu última pregunta, veo la ventaja, por una cuestión práctica, de que seamos dos personas apoyándonos mutuamente para criar a un niño/a, sin embargo no me he planteado que el género de los padres/madres sea una ventaja per se.
Si creo que la percepción que tiene la sociedad sobre las mujeres y los cuerpos femeninos es que la maternidad es un destino inevitable para nosotras y que indefectiblemente nos sienta bien. Por ese motivo quizá perciban que tener dos madres podría ser beneficioso para el niño, aunque en el imaginario colectivo está la idea de que “madre hay una sola”, y ese es un mito idolatrado principalmente en el Día de la Madre, que es posible sea un desafío con el cual lidiar en el futuro.
Por otro lado como somos dos mujeres existen otras expectativas sobre nosotras, como por ejemplo el sacrificio que se espera de las mujeres para ser consideradas buenas madres.
Según mi experiencia los mayores obstáculos consisten en enfrentarnos a los prejuicios de la sociedad, ya sea cuando salí del armario abandonando el ministerio cristiano estudiantil en el que trabajaba, así como cuando decidimos casarnos, y ahora por tener un hijo/a. Los defectos que nos veían y los problemas que nos auguraban tenían y tienen relación con su cosmovisión de heteronormatividad obligatoria para toda la humanidad. Sus supuestas campañas sobre “defensa de la familia” están basadas en creencias sin fundamento con respecto a la orientación sexual y las identidades de género.
Por eso no creo que el género de los padres/madres sea indicio de tener hijos/as sanos, felices y ajustados emocionalmente sino que vez tras vez las investigaciones serias en Psicología demuestran que lo más importante en la familia es el amor, el respeto y la solidaridad que se vive y se demuestra entre los/as miembros.
Sólo añadiría que el plus de que somos dos mujeres es que ambas somos feministas y hemos desarrollado un sentido de solidaridad sororal, y espero que podamos transmitirle ese sentido de justicia y paz a nuestro hijo/a sea cual sea su identidad y expresión de género. Nuestro modelo familiar ya de por sí da la vuelta (pone de cabeza, hace queer) a las ideas fijas del modelo único de familia del patriarcado.
Ya me gradué el año pasado pero quisiera mencionar que en mi seminario, Chicago Theological Seminary, hay alumnos/as y profesores/as que representan una gran variedad de denominaciones cristianas e incluso existen los/as profesan otras religiones, es así que académicos musulmanes y judíos dictan cátedras normalmente junto con los/as cristianos/as.
Definitivamente nuestras perspectivas se han expandido mucho desde los tiempos en los que éramos parte de iglesias conservadoras. E incluso para honrar la tradición familiar de Kati, que es de descendencia judía, también asistimos a la sinagoga. Son situaciones que dentro de la burbuja fundamentalista en la que estábamos jamás se nos hubiera ocurrido poder vivir. En ese sentido la búsqueda de sentido a las realidades con las que nos enfrentamos por nuestra orientación sexual dentro de la iglesia cristiana fue la que nos impulsó a descubrir otras interpretaciones sobre la vida y la fe.
Aunque será inevitable que el cristianismo sea la constante experiencia para el niño/a haremos todo lo posible para nuestro/a hijo/a tenga la posibilidad de que pueda estar expuesto/a a la diversidad de creencias y tradiciones y que tenga las herramientas para decidir por sí mismo/a llegado el momento, no es mi intención “transmitir mi fe” porque no quisiera imponerla al niño/a solo porque vivirá conmigo.
Una de las ventajas que tenemos es que nuestra iglesia es muy diversa y somos parte de un movimiento ecuménico y de relaciones entre distintos credos muy activo en Chicago que nos ofrece muchas posibilidades de participación y diálogo.
Una de los aportes de nuestras familias a la iglesia es que hemos demostrado que las interpretaciones por más misericordiosas que suenen y por más oficiales que sean pueden estar equivocadas. La homo/les/bi/transfobia enraizada y promovida desde la fe ha perdido la batalla cultural, con eso no digo que no exista y que no siga dañando a mucha gente, sino que la percepción sobre el respeto a los DDHH ya incluyen a las comunidades LGBT en varios países Latinoamericanos y ese ha sido un gran paso en la región. Todavía hay mucho por hacer en el mundo.
Igualmente nuestras familias diversas y visibles colaboran para que haya cambios de mentalidad en la re-estructuración de los modelos de familia, y renuevan el concepto familiar para hacerlo más extenso e inclusivo. Felizmente mucha gente ha llegado a reconocer y a aceptar nuestros modelos que pueden o no estar basados en la biología. Y eso es bueno no solo para el sentido de pertenencia familiar de parejas del mismo sexo con hijos e hijas, sino también para aquellas personas que el modelo binario heteronormativo (papá/mamá/hijos) dejaba afuera como si éstas no pudieran ser ni tener familia ya sea porque sean solteras sin hijos/as, viudas, divorciadas, jóvenes, ancianas, con distintas habilidades y realidades diversas. La ampliación del concepto de familia no creó la realidad, porque esas y otras familias ya existían/existíamos, pero con la aceptación social se les/nos reconoce y nos hace sentir bien ese reconocimiento porque para nosotros/as ya era verdad que nuestros círculos de afecto, respeto, solidaridad y cariño sin lazos biológicos son tan familia como la del vecino.
¿Cuál es la posición de tu iglesia, si es que asisten a alguna, con respecto a los distintos modelos de familia?
En nuestros ambientes evangélicos/protestantes tenemos también personas con otro tipo de doble discurso, los famosos “ni fríos ni calientes”, que en los pasillos y en reuniones privadas nos dan apoyo pero se esconden cuando más los necesitamos para mostrar una figura pública del cristianismo más humano, como el de Jesús (manifestaciones en “defensa de la familia”, congresos para “curar” gays”).
Estas personas tienen mucho miedo de perder sus posiciones de privilegio en las instituciones religiosas. Principalmente creo que es falta de amor al prójimo/a lo que los detiene de proclamar una voz profética en favor de los excluidos/as.
Están también los/as cristianos/as que creen que nuestras orientaciones sexuales, identidades de género, y relaciones de amor y afecto son intrínsecamente pecaminosas. Muchas veces ellos/as no han escuchado la otra campana sino que repiten las teologías conservadoras que han recibido en sus templos como si fueran la única posible interpretación a los textos bíblicos. Por eso creo que la educación y el estudio bíblico con todas las herramientas hermenéuticas disponibles son clave para desmantelar la homofobia en la iglesia cristiana. He conocido personas sin conocimiento suficiente sobre el tema que tienen buena intención al predicar sobre el arrepentimiento a las personas LGBT, pero sus acciones causan mucho daño y lo saben pero prefieren defender dogmas que defender la dignidad de las personas.
Existe otro tipo de cristianos/as que han tenido la oportunidad de estudiar otros puntos de vistas, que han leído y han investigado pero aún así se niegan a cambiar de postura, rehúsan bajar de su pedestal de supuesta superioridad heteronormativa, rechazan vernos como iguales en derechos, no nos han reconocido como seres humanos, sino somos el “otro/a”, el enemigo, el “no-yo”.
Todas estas posiciones intentan deshumanizarnos, olvidando que todas y todos fuimos hechos a imagen de Dios, somos Imago Dei. Creo que la causa de esta penosa situación es el hecho de ignorar los dos mandamientos que resumen toda la ley, “amar a Dios y amar a nuestro prójimo/a como a nosotros/as mismos/as”.
Creo que yo también lo olvido a veces y no reconozco que también fui llamada para amarlos/as como a mí misma. Aunque hago la salvedad que aún en mi indignación por la injusticia que la comunidad LGBT sufre, jamás intentaría negarles derechos, humillarlos/as, excluirlos/as, ni amenazarlos/as por su forma de pensar y/o actuar distinto a mí.
Espero que más y más personas nos conozcan y conozcan a nuestras familias y puedan ver que no somos de otro mundo, sino que somos tan iguales y tan diferentes como cada habitante de este hermoso y diverso planeta. Que lo que nos une es nuestra humanidad común.
Carlos: Bueno, comparto cada una de las palabras que has dicho.. en las iglesias evangélicas españolas es dominante el discurso que nos rechaza, un discurso basado en prejuicios, ignorancia y falta de empatía. Vamos, un discurso completamente alejado del evangelio. Sin embargo también es cierto que en ese contexto tan adverso también hay personas y comunidades que no se callan y se atreven no sólo a negar el discurso oficial, sino también a acompañar y ser acompañadas por personas LGTB. De aquí sencillamente uno aprende de quienes entienden que la justicia no tiene que ver sólo con lo que a ellos o ellas les ocurre, sino con lo que les ocurre a personas a su alrededor.