Ayer mismo fui testigo, como millones de personas, de algo realmente sorprendente: El President de Catalunya, Artur Mas, participando en un programa televisivo que pretendía recoger donativos para luchar contra la pobreza. No era una broma, El President sentado en una mesa, junto a otros voluntarios, teléfono en mano, recibía la llamada de particulares, empresas e instituciones que querían poner su granito de arena, ante esta situación insostenible, dando sus aportaciones. Después, tras preguntas de la periodista, Artur Mas se sentía orgulloso por pertenecer a un país que se moviliza para ayudar a quienes peor están pasando esta profunda crisis. (1) 1 Cor 13,4-6