Un psiquiatra en el armario
No hay mayor enemigo para la aceptación de las personas homosexuales que la homofobia interiorizada. Ese es uno de los poderes con los que convivimos cada día y contra el que tenemos que aprender a lidiar. No me estoy refiriendo a la nuestra, que jamás deberíamos dar por desaparecida, sino a aquella que atrapa a muchas personas que están dispuestas a hacernos daño si con ello calman por un tiempo el dolor que sufren por no vivir de acuerdo a lo que son. En mi época de estudiante universitario vivía un gran conflicto interno entre mi fe y mi orientación sexual. Era algo que llevaba oculto y no tenía los elementos necesarios para poder enfrentarlo. Es por eso que decidí visitar a un conocido psiquiatra evangélico que había tratado a otras personas en mi situación. Pensaba por entonces que la única persona que podría ayudarme tenía que ser psiquiatra y evangélica, algo que el tiempo me ayudaría a ver como una gran estupidez.