Cómo dejar de ser el obispo de Solsona. Un éxito de Cristflix

 


Hace unas décadas el cine se hacía de oro con el filón de las películas bíblicas: Rey de Reyes, Ben-Hur, Los diez mandamientos, Jesucristo Superstar, o La Pasión de Cristo. Pero ahora las producciones de temática religiosa se han alejado de las salas de cine para abrazar las plataformas en línea como Cristflix, donde pueden colocar sus mensajes creando series televisivas que mantengan a sus subscriptores pegados a la pantalla el máximo tiempo posible. Además, han abandonado la temática bíblica, que consideraban ya agotada, para centrarse en tramas ocurrentes, ágiles, sorprendentes e inverosímiles, pero sin llegar al esperpento (al menos en el primer capítulo). Y así nació Cómo dejar de ser el obispo de Solsona, protagonizada por Xavier Novell, un personaje que tiene tanto admiradores como detractores, pero que es el responsable del enorme éxito que está cosechando esta serie de ficción.

Los primeros capítulos son bastante aburridos, el Cardenal Rouco Varela, que pocos años antes había encabezado la manifestación contra el matrimonio entre personas del mismo sexo en España porque pensaba que llevaría a la desintegración de los hombres (sobre las mujeres no dirá nada), pone sus ojillos en el joven Xavier Novell, que llega a ser nombrado obispo de Solsona en 2010 a la tierna edad de cuarenta y un años por el mismísimo Ratzinger. Estos capítulos sirven para situar histórica e ideológicamente a los personajes, y la verdad es que uno está tentado de abandonar la serie, porque tanto conservadurismo, caspa e incienso, invisibilizan al protagonista, que no aporta demasiado.

Quizás por eso rápidamente se introducen tramas atrayentes, la primera cuando se nos informa que el obispo tuvo alguna novia antes de abandonar la adolescencia. Bueno, no estoy siendo muy justo con el guionista, porque logra con maestría presentarnos a un Xavier Novell eternamente adolescente. Incluso llega a encontrarse con ella años después en una parada de metro (una localización algo forzada para mi gusto) y siente un tilín que solo puede superar con ayuno y oración. Sabemos por El pájaro espino que la falta de sexo en una serie, como en la vida, no es bueno, así que los guionistas trataron de subir la temperatura mostrando como las mujeres de su alrededor, todas actrices totalmente secundarias, quedan embelesadas con su profunda mirada y su enorme labia. Pero él, aun en verano, viéndolas ligeritas de ropa, logra superar la tentación, y dedicarse en cuerpo y alma a su ministerio.

Los guionistas abandonaron esta trama y se centraron en afirmar la heterosexualidad del obispo, quizás porque los hábitos eclesiásticos están muy asociados a la homosexualidad en la mente del público general. Y se les ocurrió convertirlo en un azote del lobby gay, y en un defensor de la familia heteronormativa, como la que él hubiera podido formar con la antigua novia que se encontró en el metro, si no hubiera sido porque los sacerdotes católicos no pueden casarse. Así que el obispo, en uno de los capítulos con más telespectadores, afirma que lo que le pasa a los homosexuales es que no han madurado correctamente, porque les ha faltado la figura paterna (a los gais) o la materna (a las lesbianas). Rápidamente, alguno de los guionistas (a estas alturas ya había cinco o seis), se dio cuenta de que habían metido la pata, y que la inmadurez evidente de Xavier Novell volvía a hacerlo parecer como un homosexual reprimido para los espectadores. Así que con un pequeño giro creíble, porque sabemos que ocurre, convirtieron a nuestro protagonista en un promotor de terapias que heterosexualizaran a los homosexuales, y en un azote para los colectivos LGTBIQ de su diócesis. Este último capítulo de la temporada anterior subió la audiencia, y también el debate en las redes sociales porque para unos esto significaba que Xavier Novell era totalmente heterosexual, y para otras todo lo contrario. Y así nos dejaron, con la miel en los labios, sin saber si el señor obispo era una cosa u era otra, me refiero a heterosexual u homosexual, porque lo que estaba bien claro era que cristiano no era. Y eso creaba una cierta angustia, ya que, ¿qué le puede ocurrir a una diócesis que tiene un obispo que no es cristiano?

A algunos nos hubiera gustado que la temporada que se acaba de estrenar, se hubiera centrado en responder a esta última pregunta, pero para disgusto de algunos, entre los que me encuentro, decidieron ir a lo seguro y continuaron explotando el tema de la orientación del obispo para hacer subir las audiencias hasta donde hacía décadas que no lo conseguía una serie de temática religiosa. Calentaron el ambiente comenzando con la renuncia como obispo ante el mismísimo papa Francisco, que se la aceptó al instante. Y Twitter y Facebook ardían (la edad de quienes miran la serie es superior a los cuarenta, así que casi no tuvo incidencia en Instagram), unos telespectadores estaban seguros de que se había enamorado de una mujer, y otros de un hombre. Aunque también estaban quienes pensaban que un personaje tan enamorado de sí mismo, difícilmente se podía enamorar de otra persona. Si yo hubiera sido el guionista (esta temporada son más de quince) me hubiera decantado por esta última opción, pero soy profesor de matemáticas, así que no tengo ni idea de guiones, y quienes se dedican a esto optaron por lo más inverosímil: que la afortunada fuera una mujer. Era su forma de darle un toque bíblico y que pareciera que era la misma Eva la que le ofrecía su manzana al pobre Xavier. Un poco machista todo, pero bueno, en Cristflix es lo que hay.

A partir de aquí yo me quedé bastante defraudado con la serie, y estuve a punto de apagar el televisor, si no fuera porque, hubo un flashback para explicar que el obispo era un exorcista que expulsaba al demonio de personas poseídas. Me recordó la película El exorcista, que vi cuando era pequeño, aunque mis padres me prohibieron explícitamente que lo hiciera. En una de esas posesiones conoce a Silvia, que también se siente atraída por experiencias paranormales, quería decir por Xavier, con el que va expulsando a Satanás del obispado de Solsona. Y se enamoraron, y colorín colorado… bueno en ese momento apagué el televisor porque eran las dos de la mañana y me tenía que levantar a las ocho para ir a trabajar. Es el problema de engancharte a las series, que duermes muy poco. Además, me parecía todo tan poco creíble, tan exagerado, que había perdido cualquier interés por la serie. Para mi gusto, una buena historia tiene que parecer real.

A las cuatro de la mañana mi amiga Noemí me ha enviado un mensaje preguntándome si había visto el último capítulo… “Si no lo has hecho, míralo y me dices”, y es lo primero que he hecho cuando me he levantado a las ocho. La última vuelta de tuerca es lo más, parece que el mismo Xavier Novell se aplica a sí mismo una de esas terapias de conversión para reforzar su heterosexualidad, eso es lo que dice el último personaje que han introducido en el culebrón, que supuestamente también recibía la misma terapia. ¿Cómo reaccionará Silvia? ¿Xavier Novell seguirá con ella, se enamorará de este último personaje con el que compartió terapia, abandonará el amor y volverá a ser obispo de Solsona? La verdad es que no lo sé, ni me interesa. Será la edad, pero yo prefiero las tramas tradicionales de películas religiosas, a mí me va más la vida de Jesús, que en nada se parece al culebrón del señor Novell. Aunque tenga que apagar Cristflix y leer la Biblia.

Carlos Osma

 

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Comentarios

ISABEL ha dicho que…
Gracias! un artículo redondo!
Muestras como nos lo tragamos todo sin ni esperar de ningun medio nada ni real ni profundo ni crítico ni inteligente (como sí es tu artículo). Y pasa en todos los temas... A quien nteresa q nadie se salga de la trama? (pan y circo ;-)

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