Los padres con los que el obispo Xavier Novell sueña
Hoy escuchaba en televisión que en una homilía dominical el obispo
católico Xavier Novell había relacionado la homosexualidad con la
falta de una figura paterna. Como es habitual los medios de
comunicación se han quedado sólo con el titular, y a mí no me ha
interesado lo más mínimo profundizar en el sermón que contenía
tamaña absurdez. De todas formas me ha parecido bastante revelador
que para este señor el mundo sea una cosa exclusivamente de hombres.
No hay mujeres lesbianas, ni madres, ni abuelas, ni tías... Lo único
que echa en falta el obispo son hombres como Dios manda que ejerzan
el papel de padres sin dejarse avasallar ni difuminar (¿por la
feminidad?). Hombres que lo ocupen todo, de esos de ordeno y mando,
de los que están convencidos que Dios les ha dado a las mujeres un
papel distinto y complementario al suyo (el de la invisibilidad).
Como los medios de comunicación no paran de molestar al señor
obispo que ha sido declarado persona “non grata” en la
población de Cervera, y el peligroso lobby LGTBI se manifiesta a las
puertas de la iglesia; me atrevo a recomendar a sus feligresas que
hagan una colecta para pagarle un viaje a algún lugar remoto, donde
al menos durante una o dos semanas pueda estar alejado de los focos.
Podría ser un viaje a Chechenia, lo digo porque allí hay padres de
esos con los que el señor Xavier sueña: padres que llevan la voz
cantante, que saben como se comporta un hombre de verdad. Padres que
no tienen hijos homosexuales, o que si tienen alguno que se deja
engañar por el lobby LGTBI, lo envían a un campo de concentración
para reorientarlo (torturarlo), le animan (obligan) a huir del país,
o sencillamente lo asesinan. Sí, esos mismos hombres, que maltratan
a sus mujeres sin que estas puedan siquiera denunciarlos, o que les
roban a sus hijos cuando se divorcian, porque según la tradición
los hijos deben ser criados junto al padre (no vaya a ser que se
conviertan en gays).
De todas maneras, si el obispo Novell fuese medianamente inteligente
y de verdad se creyera su absurdo comentario, sería mejor para su
diócesis (que cada vez tienen menos vocaciones y hace años que no
ordena sacerdotes) acabar con la paternidad que a él le gusta. Lo
digo porque, aunque no hay datos fiables, algunos estudios apuntan a
que al menos el 30% de los sacerdotes son gays, porcentaje que
aumenta hasta el 50% en el Vaticano según Krzysztof Charamsa. Así
que si lo piensa bien, la próxima vez que se encuentre frente a un
escrache LGTBI, en vez de ser escoltado hasta un magnífico coche
para huir lo antes posible, debería acercarse tranquilamente a
evangelizarles (o a dejarse evangelizar). En la población LGTBI
tiene una potencial cantera de sacerdotes. Además si están gritando
y saltando frente a la iglesia un domingo por la mañana, en vez de
estar durmiendo como el resto de mortales de su edad, es porque es
gente comprometida que tiene ideales y lucha por un mundo mejor. Si
algún día se atreve a hacerlo, le recomiendo que antes de nada,
empiece por pedirles perdón, a nadie le gusta que insulten a su
padre.
Me gustaría también recordarle al obispo (ya que se ha tomado la
libertad de hablar de mi familia) que según el Nuevo Testamento1,
entre las características que debe tener un obispo está la de ser
una persona equilibrada y hospitalaria. Y creo que ha quedado muy
claro que en esta ocasión no ha sido ni lo uno ni lo otro. Por un
lado, porque se ha hecho portavoz de una ideología marginal que
durante décadas culpabilizó a las personas LGTBI y que hace tiempo
ha sido desmentida; y por otro, porque con esas palabras está
invitando a muchas personas a abandonar la iglesia. Eso no es ser un
buen obispo, ya que en vez de ofrecer el sacramento de la
reconciliación entre todas las personas a las que sirve como pastor,
promueve el enfrentamiento y la marginación.
No conozco al padre del obispo, y me niego a devolver el insulto,
espero que haya sido un buen padre. Pero lo que tengo muy claro es
que, además de ser hijo, a Xavier Novell le hubiera venido muy bien
haber seguido el consejo que da el Nuevo Testamento a los obispos:
estar casados y tener una familia. Si hubiese sido padre le hubiera
sido más difícil juzgar a otros padres, e incluso podría entender
mejor al suyo. Cuando uno se atreve a hablar de cosas que desconoce,
es fácil meter la pata. Ser hijo no es fácil, pero tampoco ser
padre, y lo que debería hacer el cristianismo es acompañar a todas
las familias y no estigmatizar ninguna. Y si quiere tener un modelo
de padre ausente, no hace falta que vaya muy lejos de su iglesia, o
insulte a los padres que tienen un hijo gay, que mire al Cristo
crucificado de su iglesia y recuerde sus palabras: “Dios mío,
Dios mío, porqué me has abandonado”.
Carlos Osma
Nota:
11
Tim 3
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