Pin pinela
Tengo una crisis desde hace unas semanas que tiene que ver con mi profesión, y me gustaría compartirla con vosotras. Me dedico a la enseñanza, concretamente doy clases de matemáticas en un instituto de Barcelona. Bueno, o eso era lo que yo pensaba hasta ahora, porque el otro día mientras dibujaba en la pizarra un cilindro para explicarles a mis alumnos cómo calcular su volumen, me pregunté si no les estaba incitando a la homosexualidad (¡la heterosexualidad masculina es tan débil e inestable!). La cosa no quedó aquí, y casi me entró un síncope cuando me percaté de que había pintado el cilindro de amarillo (¿estaré transmitiendo al alumnado subconscientemente que quiero la libertad de los presos políticos catalanes?). Me giré aturdido para ver a mis alumnas (bueno, de sus padres y madres, o del Estado, ya no lo sé), pero parecía que no se percataban de mis elucubraciones (a las ocho de la mañana están todavía dormidas), así que les dije: “ Obriu la llibreta i copieu el cilindre amb