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Mostrando entradas de noviembre, 2018

¿Figuritas de porcelana? Mejor un geyperman

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Que la ignorancia es atrevida quizás justifique afirmaciones, artículos o manifestaciones varias contra la educación sexual inclusiva en los centros educativos. O, más bien, contra lo que los grupos de (re)presión conservadores (mal)llaman ideología de género. “Estamos preocupados por la educación de nuestros hijos”, “solo aceptamos lo que dice la ciencia, que se nace hombre o mujer, que no se nace neutro”, “no queremos que miembros del lobby LGTBIQ adoctrinen a nuestros hijos en las escuelas”, etc., etc.… Estos son algunos de los comentarios que se escuchan de padres y madres que, hasta ahora, pensaban que preocuparse de la educación de sus hijos e hijas era llevarlos al colegio, que la última vez que abrieron un libro de ciencia Plutón era considerado un planeta del Sistema Solar, y que serían incapaces de explicar que significan las siglas LGTBIQ, y mucho menos poner una cara conocida a cada una de estas siglas.

Populismo, política, miedo y cristianismo

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A mí el concepto de políticos cristianos me da repelús, y jamás se me ocurriría votar a un partido político que pretendiese amoldar la Constitución y la democracia a su particular lectura de la Biblia. Sé que en otros lugares se vive de manera diferente, pero en Europa tenemos cierta alergia a este tipo de propuestas, ya que la experiencia histórica no ha sido buena. Por otra parte, como la mayoría de políticas cristianas están basadas en reafirmar los derechos de los hombres heterosexuales blancos, ricos y conservadores, un hombre gay como yo las vive como una amenaza. Y finalmente opino que, si la estrategia más evangélica de transmitir las buenas noticias de Jesús pasase por tener el poder político suficiente para poder imponerlas, Dios mismo hubiera hecho nacer a Jesús en casa del Emperador César Augusto.