Comentarios a la petición homófoba de FEREDE


Mariano Blázquez, secretario ejecutivo de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE), presentó hace unos días una solicitud a la Comisión Asesora de Libertad Religiosa para que se estudiase la Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales y de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgéneros e intersexuales (LGTBI), que con casi toda probabilidad será aprobada el próximo mes de septiembre en el Congreso de los Diputados. Antes de entrar a valorar los tres puntos que contiene esta solicitud me gustaría aclarar que entiendo como positiva toda aportación que pretenda hacer que esta ley sea lo más justa posible para todas y todos los ciudadanos de este país, y también que más allá de buenas palabras y comunicados, echo de menos solicitudes de este tipo realizadas por FEREDE en temas como los desahucios, la destrucción de la clase media en nuestro país o la reacción del Gobierno ante la población siria desplazada por la guerra, por poner sólo tres ejemplos. Dicho esto reproduzco y comento los tres puntos de la solicitud de FEREDE firmada por Mariano Blázquez.

Punto 1. Estamos de acuerdo en la defensa de los derechos de todas las personas y colectivos, y de la lucha en contra de toda forma de discriminación y violencia. Como cristianos, y como minoría evangélica, que hemos sufrido persecución y todavía sufrimos discriminación (directa e indirectamente), estamos del lado siempre del que las sufre, y apoyaremos todas las medidas que tiendan a evitarlas. Al mismo tiempo, queremos distanciarnos de los discursos y actitudes que buscan la confrontación, polémica y el ataque al que piensa o vive de manera diferente.

Podemos repetirlo hasta la saciedad, pero los hechos de FEREDE desmienten sus palabras, y no sólo no trabajan contra la discriminación que sufren las personas LGTBI sino que colaboran con ella. Para empezar volvemos a recordar en el año 2005 firmó un comunicado junto a la Iglesia Católica, la Federación de Comunidades Judías de España y el Arcipreste de la Catedral Ortodoxa Griega en Madrid, promoviendo la discriminación a las personas LGTBI al pedir que no se modificara la estructura del matrimonio y se reservara únicamente para personas heterosexuales. También en ese mismo año FEREDE aprobó un documento en el que se extralimitaba en sus competencias, y con el que pretendía convertirse en una especie de Conferencia Episcopal, amenazando con la expulsión a los pastores e iglesias que casaran a personas del mismo sexo. Finalmente, ha quedado meridianamente claro que tampoco ha querido intervenir en el acoso que la Iglesia Evangélica Española (IEE) sufre en diferentes Consejos Evangélicos, por su postura a favor de la inclusión de las personas LGTBI.

No es cierto que su posición esté del lado de las personas que sufren, está del lado de la homofobia y de la defensa de una ideología heteropatriarcal. La discriminación que realmente hemos sufrido y seguimos sufriendo los evangélicos en España, no les ha ayudado a conectar con la que sufrimos otros colectivos como las personas LGTBI. Y aquí sinceramente creo que deberían preguntarse porqué, cuál es la razón por la que se han radicalizado y posicionado tan en contra de los derechos humanos, haciendo que su testimonio se vea claramente perjudicado. Los evangélicos LGTBI no creemos que FEREDE esté de nuestro lado, jamás ha realizado ninguna iniciativa dirigida expresamente a conocer nuestra situación dentro de las comunidades a las que representa. Su comportamiento siempre ha sido el de la negación y la exclusión, y su discurso radicalizado no está muy alejado del que estos días ha realizado el líder checheno Ramzán Kadýrov en una entrevista para la cadena HBO, al afirmar que no hay homosexuales en Chechenia, y que si existe alguno “que se los lleven a Canadá para purificar nuestra sangre”. Para FEREDE no hay protestantes LGTBI, y si hay alguno, deberíamos irnos de sus iglesias para purificar su testimonio.

Punto 2. Que no obstante lo anterior, estamos seriamente preocupados por el contenido de estas leyes y, especialmente por la nueva proposición de Ley estatal, porque no solo protegen frente a la discriminación, sino que, en nuestra opinión, van mucho más allá y se posicionan claramente a favor de los respetables postulados ideológicos particulares del colectivo LGTBI, promoviéndolos y sancionando desde la Ley y el Poder Público cualquier discrepancia frente a los mismos, algo que rompe la neutralidad debida de las Administraciones Públicas en lo ideológico y también en lo religioso. Igualmente, manifestamos nuestra preocupación por el apoyo explícito que estas normas suponen al lobby gay, y por la sumisión que los partidos políticos parecen estar mostrando a la presión que dicho lobby ejerce, permitiendo que sea el propio colectivo LGTBI el que redacte este proyecto de ley que sea tramitado sin debate ni reflexión por parte de los partidos políticos y otros colectivos de la sociedad civil.

Pienso que este punto transmite la visión dicotómica del mundo que tienen los evangélicos fundamentalistas, para ellos el mundo está dividido siempre en dos partes: los buenos y los malos, los evangélicos y los no evangélicos, los nuestros y el resto. En todos los lugares, en cada familia, en cada iglesia, en todas las asociaciones, en cada rincón de nuestra sociedad hay personas LGTBI. Y esta ley lo que pretende es construir una sociedad más cohesionada y más justa facilitando la vida de todos sus ciudadanos. No hay un ataque a los hombres heterosexuales masculinos, o a las mujeres heterosexuales femeninas. ¿Por qué querríamos las personas LGTBI atacar a nuestros padres, hijas o amistades? Lo que pone de manifiesto esta ley es que las niñas lesbianas femeninas, los adolescentes transexuales masculinos o las ancianas heterosexuales masculinas (por poner tres ejemplos), deben tener reconocidos todos sus derechos. Y es necesario proteger, sobre todo a las personas más vulnerables, de quienes promueven el odio y la discriminación con sanciones reales y contundentes. ¿Es esto lo que le preocupa a FEREDE? En mi opinión ninguna entidad que de cobertura a algún tipo de discriminación debe recibir dinero público. Si no suman, si no están por todas y todos, que se paguen ellos solos sus mundos a parte.

Parece también un poco naíf la idea de que las Administraciones Públicas son neutrales ideológicamente. Es evidente que siempre hay una ideología detrás de cada ley, de cada norma, de cada actuación de los poderes públicos. Lo que ocurre es que hay ideologías, como la que defiende FEREDE, que quizás por cobardía se intentan esconder o invisibilizar tras conceptos como “natural”, “normal”, “voluntad de Dios” o “Palabra de Dios”. FEREDE se siente atacada porque esta ley intenta conquistar algo de espacio a la heteronormatividad en la que vivimos inmersos. ¿Cómo es posible que una entidad como FEREDE crea que la niña trans de cualquier familia, quizás también una familia evangélica, no tenga derecho a una educación que le permita ser feliz y abogue por el mantenimiento de una ideología que la discrimina? Al señor Blázquez le preguntaría: ¿Cómo se sentiría si su hijo fuese transgénero?… ¿Qué haría? ¿Lo llevaría a su iglesia? ¿Se sentiría tranquilo cada día al dejarlo en el colegio?¿Le educaría para que agachase la cabeza y asumiese que merece la discriminación? Personalmente yo quiero que mis hijas, al igual que el resto de sus compañeros y compañeras, vean respetada su realidad familiar en todos los entornos donde se socializan. No entiendo porqué debería aceptar que mi hija sea discriminada, o porqué debería callarme si alguien me insulta en la calle o a través de un medio de comunicación. Me cuesta realmente ver, qué es lo que le da tanto miedo al señor Blázquez, y cómo puede pretender vender que las cristianas y cristianos tienen derecho a discriminar apelando a la libertad de expresión. Promover el odio no es libertad de expresión, es simple y llanamente promover el odio, un pecado desde el punto de vista evangélico, y un delito cuando se apruebe la ley el próximo mes de septiembre.

Punto 3. Consideramos que algunos artículos de la proposición de ley vulneran el ejercicio de derechos fundamentales consagrados en la Constitución, tales como, entre otros, el derecho a la libertad de conciencia, a la libertad de expresión, la libertad de prensa, etc., y sobre todo, en lo que a esta Federación y a la propia Comisión concierte, el derecho a la libertad e identidad religiosa y el derecho a la educación de los hijos conforme a las propias creencias. Por ello, creemos que esta proposición de Ley tiene contenidos inconstitucionales.

Se le ha olvidado al señor Blázquez que la Constitución deja también muy claro cuales son los límites a la libertad de expresión: “Estas libertades tienen su límite... en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y la infancia”. Y evidentemente quienes promueven la discriminación de las personas LGTBI y sus familias, no están amparados por la libertad de expresión. En cuanto al derecho a la educación de los hijos conforme a las propias creencias, pues ciertamente que existe dicho derecho pero no es ilimitado, en nuestro país por ejemplo una familia no puede someter a su hija a una ablación esgrimiendo su derecho a educarla en los valores que consideran más adecuados. Tampoco, por mucho que una familia pretenda transmitir valores de discriminación por religión, género, o procedencia, no puede exigir que se eduque a sus hijos con esos valores. Aunque parece que para las iglesias que representa FEREDE el derecho a la discriminación a las personas LGTBI (no importa si son sus hermanas, hijos o abuelas) es un mandato divino; gracias a Dios para la mayoría de la población de este país no es así. Y esto les debería llevar a hacer una reflexión que no sea simplista y sectaria quedándose en que los valores “del mundo” no son iguales que los del evangelio. Si fuese así estarían transmitiendo a la sociedad que el evangelio es una fuente de injusticia y opresión. Todas las personas tienen algún familiar, algún amigo que es LGTBI, y por decencia y empatía, algo que parece no tener el señor Blázquez, la mayoría de personas piensa que es mejor una sociedad donde todo el mundo sea tratado con igualdad respetando su diversidad.

Justo este año se conmemora en todo el mundo el V Centenario de la Reforma Protestante y cuesta identificar a FEREDE con un movimiento que liberó a millones de personas de la tiranía religiosa. No sé si las corrientes evangélicas que tienen el control de FEREDE son realmente protestantes o necesitan una nueva Reforma para liberar a los creyentes evangélicos del adoctrinamiento sectario en el que están inmersos. No existe Reforma si se pretende eliminar la separación entre el poder político y el religioso, si hay más interés en conseguir influencia política que en escuchar la voz de quienes viven sometidos por ideologías alienantes como la heteronormatividad. Y se hace flaco favor al evangelio cuando se predica que sólo puede entenderse desde posturas homóbofas. Ojalá esta ley permita que se eduque a muchos niños y niñas evangélicos en el respeto a la diferencia, ya que en sus iglesias y familias no va a ser posible. Una pena que tenga que ser de esta forma, pero si queremos construir una sociedad más libre, justa e igualitaria, no deberíamos dejar que las leyes que ordenan nuestra convivencia estén condicionadas por entidades que promueven la discriminación.





Carlos Osma





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