El encuentro con personas gays me ha hecho conocer mejor su amor y mi pecado
Entrevista a Juan Larios, pastor de la Comunidad Cristiana La Esperanza, perteneciente a la Iglesia Española Reformada Episcopal de Comunión Anglicana – IERE
Hola Juan, para empezar, y para todas las
personas que no te conocen, podrías contarnos brevemente tu trayectoria en la
fe cristiana.
Bueno, creo que desde muy
pequeñito, según yo recuerdo y me contaba mi madre, tuve un gran interés por todo lo relacionado con la iglesia. Nací y
crecí en el seno de una familia católica y de ideología franquista, mi padre
(que era un hombre bueno) era militar. Fui monaguillo, participé de jovencito
en lo que entonces se llamaban “grupos de apostolado seglar”, en el “Movimiento
Junior”, (que no se si sigue existiendo) fui también miembro de la Acción Católica ,
y, como no, de la O.J.E, y en un momento de mi vida, ya un poquito más mayor,
quise marcharme al seminario para ser sacerdote, pero mi madre no quiso nunca
porque decía que “el único hijo que tenía varón no iba a perderlo”. Creo
que pensaba que me iría de misionero y
no volvería más; y seguramente tenía razón.
Ya de joven siempre estuve
moviéndome en entornos un tanto críticos, en el mundo de la música (donde viví
muy de cerca situaciones y realidades muy duras; eran los años de los “tripis”,
la heroína, y esas cosas), lo que hizo que entrara en un periodo de sequía
espiritual bastante importante. Más tarde, ya en Madrid, sobre los 20 años, las
circunstancias me llevaron a encontrarme con un grupo de personas
cristianas que no tenían nada que ver
con lo que yo entendía por ser cristiano, eran evangélicos carismáticos, bueno,
mejor dicho, ultracarismáticos; con ellos estuve, junto con la persona que hoy
es mi esposa, unos años. Más tarde conocí
la Iglesia de Cristo, Movimiento de Restauración, de la que fui miembro
y donde me casé. Después de ahí otro periodo de crisis, la IEE (Iglesia Evangélica
Española), el seminario y por fin la IERE (Iglesia Española Reformada
Episcopal, de Comunión Anglicana), donde ejerzo el ministerio pastoral desde
hace ya muchos años.
-
¿Cómo han sido tus diferentes etapas,
evolución e influencia de las diferentes corrientes filosóficas y teológicas?
¿Con qué autores te has ido identificando o identificas más?
En realidad yo no tuve un encuentro serio con
la teología, al menos desde el punto de vista académico y vital, hasta que no
fui miembro de la IEE[1].
Allí me animaron a entrar en el SEUT[2] y comencé a estudiar. Siempre
he dicho que ese fue un paso, bendito paso, decisivo para mi formación tanto
personal como cristiana. Allí tomé contacto por primera vez en mi vida con lo
que yo llamo la “coherencia teológica”, es decir, aprendí, porque me lo
enseñaron, a situarme de manera coherente y humana en la fe cristiana. Me
dieron las primeras herramientas para trabajar seriamente con los textos
bíblicos y con el pensamiento teológico. Pasé de un fundamentalismo inhumano y
absurdo, de la ignorancia y la inflexibilidad que esta conlleva, a la apertura. Digamos
que me di cuenta de lo equivocado que había estado todos esos años atrás y de
las barbaridades que había hecho desde mi ignorancia. Comencé a intuir la luz
(jejeje) que no es poco, y de ahí en adelante todo ha sido mucho leer,
estudiar, buscar siempre aquellas líneas teológicas y de pensamiento que animan
y abren espacios nuevos de libertad y coherencia con la vida que vivimos y en
definitiva con la persona, que a fin de cuentas es el lugar donde se encuentran
lo trascendente y lo inmanente. Desde entonces me he identificado siempre con
aquellas teologías abiertas... diría “inacabadas”, siempre “embarazadas”,
aquellas que no cierran de manera definitiva la reflexión; por eso creo en la
necesidad de un nuevo pensamiento teológico, de “hacer nuevas teologías” que nos acerquen más al
misterio de Dios, al misterio del Ser Humano y al misterio del mal desde la
realidad actual, quiero decir que, desde mi punto de vista, se impone un cambio
muy profundo; se hace necesario un replanteamiento serio de nuestro pensamiento
y vida cristianos. Yo acabo de venir, prácticamente, del encuentro ecuménico
del Espinar que se celebra todos los años aquí en Madrid, y hemos escuchado
mucho acerca de la “necesidad de conversión de la Iglesia”, “la necesidad de
cambio, de mirar con nuevos ojos”. Esto puede que a muchas y muchos le
suene a “barbaridad” pero no me cabe duda
que es una necesidad imperante. Y desde aquí, toda línea de pensamiento seria,
honesta y humilde que nos ayude a esa conversión... bienvenida sea. No hay que
tener tanto miedo si en realidad creemos que el Espíritu del Señor, el Viento
de Dios, nos guía.
Y si tuviera que nombrar teólogos
y teólogas... pues hay, hay, incluso algunos que yo considero como “profetas de
nuestro tiempo”; ahí tenemos a Juan Masiá, por ejemplo; a Torres Queiruga;
Pagola, J. M. Castillo, González Faus, el ya fallecido Julio Lois, Pedro
Cubero, Moltmann (un teólogo que se lee poco, creo yo). Alguien a quien yo le
debo mucho por cuanto me enseñó mucho: el P. J. Burgaleta (ya fallecido,
desgraciadamente) Marciano Vidal, Schillebeeck, Spong, Zubiri, Teresa Forcades,
Felisa Elizondo, M. D. Aleixandre, D. Sölle,
no se... hay muchos; pero confieso mi debilidad por J. Masiá. Jejeje.
-
Nos hablas de “nuevas teologías” de
“teologías inacabadas”, ¿cuáles crees que pueden ser las aportaciones de las
personas lgtbi cristianas a esas teologías?
Muchas y muy
necesarias, no me cabe la menor duda. Mira, ya no solamente habéis aportado, y
seguís aportando, un impulso muy importante en la necesidad de relectura de los
textos bíblicos, en la importancia de sacar a la luz los errores de traducción,
en este sentido, que en muchas ocasiones han sido consecuencia de los dichosos
prejuicios heredados de los entornos de determinadas filosofías griegas e
incluso del pensamiento de muchos padres de la iglesia; no solo eso, que ya es
un paso importante; está también el que nos hayáis recolocado, en lo referente
a las relaciones sexuales humanas, con respecto a desde dónde y desde quién
debemos iniciar toda reflexión y acción cristiana, desde el Evangelio y desde
Jesús, él es el punto de arranque y central de toda ética y moral cristiana, no
otro. Habéis hecho hincapié también en algo que, creo yo, hemos olvidado por
los motivos que sean, y es que Jesús de Nazaret no es una persona estrecha, y
que ama las diferencias y rechaza las exclusiones; incluso habéis abierto un
debate importante que arranca de la necesidad de entender que el sexo y la
sexualidad “no son malos ni hay que mirarlos como algo sucio”, que es un don
de Dios. Y algo muy importante, al
menos para mi, y es que “la vida humana es mucho más que la sexualidad”; y
esto es muy importante, aunque no lo parezca, porque, entre otras cosas, nos
pone en alerta en cuanto que muchas veces nos preocupa mucho más la sexualidad
de las personas que el propio ejercicio de la justicia y la libertad. La
sexualidad es algo demasiado importante para tomárselo a coña. Como alguien
escribió en cierta ocasión “la sexualidad es algo que puede convertir el
cielo en infierno y viceversa”. Y, especialmente, algo que a mí me ha
producido mucho dolor, por haber sido durante tanto tiempo un imbécil, y esto
lo digo con todo el corazón: “a mí, principalmente, me habéis enseñado lo
que es la humildad en este aspecto. No es fácil seguir amando una iglesia que
no te respeta y te excluye”.
-
Sabemos que eres un ecumenista convencido,
cuéntanos, ¿cuándo nace tu motivación por el ecumenismo, la unidad de las cristianas
y cristianos?
Pues
en realidad te diré algo que descubrí hace ya algún tiempo, y es que, sin
saberlo, yo he sido siempre ecuménico. Lo descubrí estando ya en la IERE[3], hace algunos años, cuando me
invitaron a participar en una de las Semanas de Oración por la Unidad de los
Cristianos. Allí tomé contacto con las Misioneras de la Unidad y me di cuenta
de que, en realidad, todo cristiano y cristiana, aunque no lo sepa o no lo
quiera, es, por naturaleza, ecuménico/a. Desde entonces me he tomado esto del
ecumenismo muy en serio. Algunos piensan que es cosa de trasnochados, otros que
al ecumenismo se dedican quienes no tienen algo más importante que hacer,
otros, incluso, que es algo que no tiene sentido y además es perjudicial...
bueno, yo pienso que trabajar por la unidad del pueblo de Dios, respetando las
distintas formas y maneras de vivir y expresar la fe, sin imposiciones
unilaterales de ningún tipo, es legítimo y urgente, porque se quiera o no, la
ruptura del pueblo de Dios es “antievangélica” y causa mucho daño. No solo está haciendo mentirosa a la Iglesia, está
haciendo mentiroso a Dios ante los ojos de millones de personas, y eso es
un pecado grave y sangrante.
-
Los que leímos el mensaje de aceptación y
bienvenida de tu comunidad[4] a
todas las personas independientemente de su orientación sexual o de género, nos
quedamos ciertamente sorprendidos y agradecidos. Pero cuéntanos, ¿qué
circunstancias te han hecho meditar o te han influenciado para posicionarte
juntamente con tu comunidad, de una forma tan abierta hacia las personas lgtbi?
Mira: hace muchos años, siendo yo miembro de
una iglesia evangélica, conocí a un chico joven que asistía a esta misma
iglesia. Era un tío genial, entusiasta, simpático, muy afectivo y muy creativo.
Se encargaba de la escuela dominical, si no recuerdo mal, de otros chicos más
pequeños. Trabajaba mucho con los otros jóvenes de la iglesia, vamos... que era
lo que llaman un “líder” (palabra que no me gusta nada). No recuerdo realmente
como pasó la cosa, el caso es que parece ser que este chico salió del armario y
automáticamente le quitaron todas las responsabilidades que tenía. Comenzó el
“calvario”. Un día su padre, que asistía a la misma congregación que yo (y
sigue asistiendo a ella) me dijo que su hijo quería hablar conmigo. Vino a mi
casa y estuvo hablándome de su problema toda la tarde. A mí me hizo
jirones el corazón verle tan perdido y tan indefenso, llorando como un bebé y
preguntándome por qué el Señor no le amaba si él no podía ser de otra manera...
Fue muy duro, entre otras cosas porque teníamos una muy buena relación de
amistad. En aquél momento no supe que decirle, yo también pensaba que estaba en
pecado; pero me rompía el corazón verle sufrir de aquella manera. Aquel chico
fue a ver a un profesional de la psicología y le dijo “taxativamente” que
abandonara la iglesia porque le iba a destruir, que él era una persona normal y
que eso no tenía nada que ver con Dios y cosas de esas... bueno, ya sabes.
Terminó abandonando la congregación y hoy, que yo sepa, es un tío normal, feliz
y sin querer saber nada de iglesias.
Más adelante, estando ya en la IERE, y de
esto hace también algunos años, conocí el caso de otro chico en la misma
situación en una de nuestras parroquias. El resultado fue el mismo. Esto, y
algunas experiencias más, fue lo que me llevó a repensar mi posición con
respecto a la realidad de las personas homosexuales en general y homosexuales
creyentes en particular; de manera que comencé a investigar el tema, en un
primer momento de forma un tanto superficial, y más tarde de manera más seria y
coherente, llegando a la conclusión de que hemos estado y estamos cometiendo un
error tremendo con estas personas, y causando mucho sufrimiento innecesario, y
esto es totalmente antievangélico.
-
¿Has tenido oportunidades personales de
conocer las dificultades, sufrimientos, cuestionamientos, búsquedas, anhelos,
necesidades de las personas lgtbi creyentes? ¿Te has informado sobre las
circunstancias sociales y obstáculos que con frecuencia las personas lgtbi han
tenido y siguen teniendo para integrarse plenamente en nuestra sociedad?
Sí, por supuesto. Una vez que comencé a
acercarme a esta realidad fui conociendo algunas personas homosexuales
creyentes que me contaron sus experiencias y trayectorias dentro de las diferentes
iglesias. Entré en contacto con algunos grupos de creyentes cristianos
homosexuales (como Crishmon) y me fui introduciendo más en la realidad de estas
personas. Tengo que decir que ha sido una gran bendición la que Dios me ha dado al
hacer posible el encuentro con estos/as
hermanos/as, porque me ha hecho conocer un poco mejor su amor, por un lado, y
mi pecado por otro. Mira, te cuento: El año pasado, creo que fue, asistí como
invitado al encuentro estatal de grupos creyentes lgtbi en Chipiona (Cádiz) y
tuve la oportunidad de convivir unos días con estos hermanos y hermanas y
escuchar varios testimonios... quedé impresionado hasta el punto de “romperme”
en un determinado momento, no aguanté más y me eché a llorar al sentir muy
dentro de mi todo el daño que les estamos causando. Y es que cuando escuchas
hablar desde el corazón a estas personas, una persona como yo, que aun trata de
entender muchas cosas, no puedes seguir pensando de la misma manera, y si lo
haces es que, sencillamente, te interesa, por la causa que sea, mantenerte
firme en el prejuicio y el error. Es mi opinión, por supuesto.
Este año asistí aquí en Madrid al encuentro…(no
recuerdo cual fue). Allí conocí personas muy interesantes, como Carla
Antonelli, Renato Lings, con el que hice una muy buena amistad.
Escuché a B. Forcano hablar del tema, siempre estupendo...
Por tanto no me cabe la menor
duda que es necesario, desde el respeto
y la coherencia teológica y cristiana, seguir insistiendo en la necesidad de
una relectura de los textos bíblicos y doctrinas que anatematizan el amor
homosexual y trabajar por la creación de comunidades inclusivas donde estas
personas celebren sin obstáculos al Dios de la Vida y la Buena Noticia de
Liberación. No va a ser fácil, lo sé; es un camino estrecho y lleno de
dificultades, pero... confío en la fuerza del Viento de Dios y en la buena
voluntad del Ser Humano; a fin de cuentas el Señor confía en nosotros ¿por qué
no voy a confiar yo?
-
¿Crees que las personas lgtbi tienen el
derecho a ser iguales, a tener pareja o formar una familia? ¿Te has sentido en
algún momento acosado o criticado por otros sectores más conservadores por
ello?
En cuanto a la primera pregunta: por supuesto
que creo que las personas lgtbi tienen derecho a ser tratadas iguales en todos
los sentidos, no solamente porque sea algo constitucionalmente legítimo y
obligado, sino porque sencillamente son personas; tienen por tanto, desde mi
punto de vista, derecho a tener una pareja con la que abordar un proyecto de
vida común, desde el respeto mutuo y la fidelidad... ¡no me cabe la menor duda!
¿Tener hijos?, mira, yo sé que esto es un gran escollo, pero quiero pensar en
positivo y decir ¿por qué no? Máxime cuando estamos viendo chicos y chicas que
se desarrollan en hogares heteros y sus vidas son un desastre casi
predestinadas al fracaso. Me pregunto muchas veces ¿qué pasa... es que la
familia heterosexual es garantía de una buena educación y un buen desarrollo
psicoafectivo de los hijos?... pues obviamente ¡no! Te contaré una historia
verídica y que viví muy de cerca porque ocurrió casi en mi entorno familiar.
Hace mucho tiempo, yo tendría unos nueve o diez años, un matrimonio muy cercano
a mi familia tuvieron un hijo, un niño; a los pocos meses la mamá murió. Con
ellos vivía un hermano de la
fallecida. Como cuñados se llevaban estupendamente. Bien, el
padre del niño no se volvió a casar nunca más y entre él y su cuñado criaron al
chico. En el pueblo, al niño le llamaban “el de los dos padres”. Todos
decían que ese niño no se iba a criar bien porque le faltaba la madre y
trataban por todos los medios hacer que el padre se casara nuevamente, el cura,
el médico,…Nunca se casó. Yo, después de muchos años, me encontré en el pueblo
con este chico; se había casado, era profesor de instituto... en fin, una
persona normal. Quiero decir con esto que todo este asunto está por ver y no
podemos poner la venda antes que se haga la herida.
¿Criticado? No es que me sienta o
me haya sentido criticado... es que me han criticado y me critican mucho, pero
siempre lo hacen, quienes lo hagan, desde la sombra; lo que más me duele no son
las críticas, eso me la trae al pairo (con perdón), es la exclusión a la que te
someten rápidamente, es decir, ¡como si no existieras!... pero bueno...
posicionarse a favor de la persona por encima del sábado es lo que tiene.
¿Acosado? Aun no y no creo que lleguemos a eso, digo yo...
-
¿Qué es lo que te motiva y lleva a escribir
una pastoral sobre la homosexualidad, así como realizar estudios que traten el
tema de la sexualidad de una forma abierta en tu comunidad?
Bueno, en primer
lugar, a pesar de lo que opinan algunos, creo que es necesaria una pastoral
adecuada de la homosexualidad en nuestras iglesias, porque es la única manera
de abordar la realidad de estas personas desde una perspectiva seria, pastoral y eclesiológica.
Es necesaria porque fijará las pautas a seguir ante esta realidad. Es necesaria
por lo mismo que es necesaria una pastoral de la inmigración, o una pastoral de
jóvenes, etc., no se sabe cómo abordar la homosexualidad desde la mayoría de
las iglesias, y no se puede zanjar el tema con un “la Biblia condena la
homosexualidad”, porque, entre otras cosas, esto no es así, hay mucha tela
que cortar aquí. Hay que normalizar la aceptación de estas personas y esto no
se consigue “de cualquier manera”. Ha de abordarse el tema seriamente y sentar
nuevas bases teológicas y bíblicas que no dejen lugar a dudas absurdas. Y, en
cuanto a mi comunidad, a mí me interesa que sea un espacio abierto, acogedor,
que no haga acepción de personas por ningún motivo, y menos por este; y porque
me interesa que sean personas formadas y preparadas para vivir de forma real en
esta realidad que nos ha tocado vivir. Esto de “porque lo dice la Biblia”, además
de peligroso, tomarlo así, tal cual, ya no puede esgrimirse como criterio de
acierto.
-
Háblanos un poco más de tu comunidad, por
favor, ¿qué crees que la hace diferente, qué tipo de acciones sociales lleváis
a cabo?
Bueno, si hablo de mi comunidad
“se me cae la baba”, jejeje. Yo estoy totalmente orgulloso de mis compañeros y
compañeras de comunidad, son gente, mejor dicho, somos gentes que estamos
“curtidos” en las batallas de la vida, pero gente con una fuerza tremenda de
superación. Somos una comunidad muy doméstica, al estilo de las primeras, compartimos
muchas cosas, nos reunimos muy a menudo para comer, cenar, compartir, reírnos,
orar... en fin... nuestra mesa es una mesa eucarística, así, como suena; cada
vez que estamos juntos... sentimos la presencia del Señor. Quizás suena
pretencioso, pero... lo siento, es que es así y yo me desvivo por ellos/as.
Tenemos claro qué queremos y adonde queremos ir. Hemos aprendido que Dios no
hace acepción de personas y que nos ama a todos/as por igual y que nuestro
trabajo es hacer presente el Reino o Reinado de Dios desde los criterios del
Evangelio (el Sermón del monte) Lo demás.... como dijo alguien, es comentario.
Obviamente no somos perfectos pero nos amamos, y eso es suficiente.
-
¿Cómo describirías la situación, en cuanto al
reconocimiento de los derechos de las personas lgtbi, dentro de la IERE?
Bueno, espero que esto no me cause
un disgusto (jajaja). Mira, en mi opinión, mi iglesia, la IERE, pues se
posiciona, como otras, en la ambigüedad, que es la manera más fácil de tratar
un asunto como este. Que yo sepa no hay ningún documento oficial que trate el
tema, solamente, creo yo, hay una carta que nuestro obispo publicó cuando el
follón aquél del obispo norteamericano que fue ordenado siendo gay confeso y
con pareja, etc., etc., y que decía que la IERE no aprobaba la acción
unilateral de la
Iglesia Episcopal de los EEUU por considerar que la práctica
de la homosexualidad era contra la tradición de la Iglesia y contra la Escritura... Es lo
que hay. Por un lado se dice que no hay problema con la “persona homosexual”,
que se le acoge y no se le excluye, pero.... pero... siempre que se mantenga
célibe, porque la práctica de la homosexualidad es pecado. Tampoco se aprueba la ordenación de
homosexuales practicantes ni, por supuesto, la bendición de matrimonios entre
personas del mismo sexo. Y mucho menos desde que la “santa FEREDE” publicó
aquello de que cualquier ministro de una iglesia perteneciente a ella, que
bendijese u oficiase un matrimonio entre personas del mismo sexo... sería
automáticamente privado de su licencia de ministro... ¡Toma ya! Ahora la FEREDE
también es vigilante y depósito garante del correcto ejercicio de la ética y la
moral cristiana. Es decir, se reconocen los derechos “civiles” de la persona
homosexual, desde este punto de vista, tienen derecho a lo que sea; pero no
dentro de la iglesia. Es
así, y si no es así que me saquen del error.
-
¿Por qué crees que las iglesias protestantes
históricas de nuestro país están tan alejadas de los avances que en este tema
existen en otras iglesias similares europeas?
Mira, sinceramente no lo sé
exactamente, pero tengo mi opinión, y es que, salvo excepciones, que las hay,
por supuesto, y espero no herir la sensibilidad de nadie, me da la impresión de
que en este país y en muchas ocasiones evangélicos y protestantes hemos
cambiado a “los santos” por versículos bíblicos, porque en el fondo creo que no
ha calado real y auténticamente la esencia de la reforma. Es mi
opinión. Y, por supuesto, creo que, aunque suene a topicazo, realmente España
es otra cosa, de una u otra forma, en algunos aspectos, aún seguimos con una mentalidad … medieval.
En realidad, por mucho que digan, me da la impresión de que nos hemos quedado
con una “Ley renovada” y no hemos sabido qué hacer con la Gracia; tal vez la
hemos confundido con algo mágico. Quizás han sido muchos siglos de
autoritarismo religioso... y eso sigue pesando, tanto en católicos como en
protestantes y evangélicos. Hay mucho miedo, mucha inseguridad, mucho rencor y
mala leche, mucha envidia... (Espero que la IEE no se enfade conmigo, jejeje.
Reconozco y aplaudo la apertura y la disposición que están teniendo a este
respecto. Me parece que eso es tomarse este asunto en serio)
-
¿Qué te parece como nuestra sociedad y
comunidades de fe del siglo XXI evolucionan y se desarrollan? ¿Ir cambiando las
iglesias y comunidades desde dentro o independizarse totalmente y crear
asociaciones o comunidades independientes?
Obviamente queda mucho por hacer,
una cosa es lo que se dice en los documentos oficiales y otra la realidad que
se vive en la calle; esto es aplicable a la iglesia, todas, o casi todas, dicen
que aceptan a los homosexuales y rápidamente apostillan “pero condenamos la
homosexualidad”. Aun así yo soy optimista; no me cabe duda que algún día no muy
lejano, la inclusividad será muy
mayoritaria en las iglesias de España. Espero no equivocarme. Es cuestión de
una buena formación catequética y
humana, que de esto va el Evangelio ¿no? Pero también estoy convencido
de que los cambios hay que hacerlos desde dentro, porque si seguimos haciendo
partes, atomizando, al final estaremos en lo mismo, excluyendo y
excluyéndonos... ¿no te parece contradictorio? De ser así seguiremos cometiendo
el mismo pecado. Se trata de inclusividad y no de lo contrario. Tenemos que
cambiar las cosas desde dentro, de la misma manera que es dentro de la persona
donde deben comenzar los cambios sociales, de lo contrario estaremos haciendo
más divisiones que nos llevarán a más rupturas y conflictos.
Desde la Comisión de Entidades
Evangélicas y Protestantes - Área de Asuntos Religiosos (FELGTB) y blog Homoprotestantes,
agradecemos mucho la colaboración de Juan Larios para esta entrevista, así como
su trabajo en la construcción de una sociedad equilibrada, formada, justa e
igualitaria.
Septiembre de 2012.
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