Impresiones sobre el Segundo Encuentro Europeo de Familias LGTB


Ya hemos vuelto del 2º Encuentro Europeo de Familias LGTB en Lloret de Mar, han sido cuatro días inolvidables donde multitud de sentimientos y emociones nos han desbordado en más de una ocasión. Y no es para menos, ha sido la primera vez que más de mil personas han participado en un evento como este. Reunir a cientos de familias formadas por dos mujeres, dos hombres, o aquellas en las que al menos uno de ellxs es transexual, no es nada fácil… pero es maravilloso.

No sé como explicar la cara de lxs niñxs que veían por primera vez que había más familias como la suya, y que podían jugar con niñxs que tenían también dos padres o dos madres. Tampoco la de los padres y madres que venían de países donde tienen que vivir casi escondidos para no tener problemas. Y no estoy hablando de países lejanos, sino de países que pertenecen a la Unión Europea, como Polónia o Grecia, por poner los dos ejemplos que pude conocer más de cerca. A veces a las familias lgtb que tenemos la suerte de vivir en ciudades como Barcelona, donde nuestros hijxs están acostumbradxs a la diversidad familiar, nos olvidamos lo bueno que es esto para ellxs.

Destacar la mesa redonda donde la abogada transexual María Sáenz explicó los avances y problemas a los que se tienen que enfrentar las madres y padres transexuales. Son la última frontera que debe ser alcanzada para que miles de niñxs europexs puedan vivir protegidxs. Y para ello nos necesitan a todxs, también a las familias lesbianas y gays.

En esa misma mesa la psicóloga heterosexual Mar González, profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, compartía los resultados de su último estudio:

  1. Las personas que forman parte de una pareja del mismo sexo, presentan un mayor índice de satisfacción personal que las que forman una pareja de distinto sexo, además comparten de una manera más equilibrada las labores domésticas.
  2. Lxs hijxs ya adultos de parejas lgtb, presentan un mayor nivel de tolerancia y respeto hacia las opciones y opiniones de otras personas.
  3. El índice de homosexualidad en hijxs de familias lgtb es idéntico al de las heterosexuales. Pero los que se identificaban como lgtb, se sentían afortunados de haber podido vivir esta experiencia dentro de una familia como la suya.
Personalmente, que algunas parejas lgtb necesiten escuchar que sus hijxs no tienen por que ser lgtb, me parece una muestra de homofobia interiorizada. La felicidad de nuestrxs hijxs no tiene nada que ver con su orientación sexual o la identidad de género, y eso es lo que deseamos como madres y padres; que sean felices.


No hubo mesas redondas o lugares específicos para hablar de religión o espiritualidad y familias lgtb… y no lo encuentro ofensivo, sino la muestra del sentimiento que muchas familias lgtb tienen hacia la religión. Es triste, pero salvo contadas excepciones, y normalmente a título personal, las religiones no respetan a nuestras familias, y mucho menos las defienden y acompañan como a cualquier otra. No es misericordia lo que necesitan, sino reconocimiento y normalización. A pesar de eso, en conversaciones informales, pude hablar con un mormón, una evangélica y varios católicos. Todxs ellxs preocupadxs por tener que transmitir la fe fuera de sus comunidades eclesiales, pero decididos a hacerlo, a hablar a sus hijos de unx diosx que se opone a todo tipo de discriminación, y que es origen del amor que fundamenta su familia.

Pero si hay algo del encuentro que me ha impresionado, es la motivación, la energía, la alegría, que desprendían todas las personas que trabajaban incansablemente para que el evento fuera un éxito. He podido percibir con claridad, quizás como nunca antes, que la construcción de un mundo más justo es algo que une, que mueve a la gente, que la hace más humana, a pesar de que cada cual lo haga con una motivación diferente. Sobre todo cuando ese mundo más justo es para nuestrxs propixs hijxs. Desde una visión cristiana, diría que el Espíritu de Jesús, que le hacía  anunciar el Reino de Dios que se acercaba a la sociedad israelita del siglo I, se movió también este fin de semana en Lloret de Mar.

El próximo encuentro será en Alemania en 2014, pero no hace falta esperar dos años para cambiar las estructuras injustas que pretenden castigar a nuestrxs hijxs en Europa. Vivir como lo que somos, una familia, y no permitir que nada ni nadie excluya e insulte a nuestrxs hijxs, lo haga a cara descubierta, o disfrazándolo de misericordia, es una exigencia irrenunciable para conseguirlo. No hay que esperar, ni tener paciencia, nuestra responsabilidad como madres y padres la tenemos hoy, no mañana.

Carlos Osma 

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