¿Hacia dónde vamos?
El movimiento, o mejor dicho, los movimientos de cristianos homosexuales en nuestro país están ante una encrucijada. No hay que ser muy listos para darse cuenta de que algunos caminos ya están agotados, y otros se han quedado cortos para responder a las nuevas circunstancias en las que vive el colectivo LGTB, y que nada tienen que ver con las de hace sólo una década. Por eso urge buscar y encontrar otras estrategias que partan de nuestras propias necesidades, y no seguir encallados intentando transformar unas estructuras cristianas heterosexistas, y a menudo homófobas. Se ha trabajado mucho, y se ha conseguido avanzar. Hemos logrado visibilidad, y concienciar a muchos creyentes de lo alejado que está del evangelio la discriminación por orientación sexual. Ahora no estamos ni solos, ni escondidos, y aunque debemos valorar lo conseguido y seguir utilizando parte de las energías en la transformación de nuestras comunidades, nos estaríamos engañando si pensamos que la normalización s