Construcciones perversas
Hace unas semanas Beatriz Gimeno
presentó en Barcelona su último libro La
construcción de la lesbiana perversa. Gimeno describe en él, a partir de
las noticias que sobre el asesinato de la joven Rocío
Wanninkhof fueron publicadas en El País, ABC y El Mundo, cómo se fue construyendo la imagen de
Dolores Vázquez utilizando los estereotipos que gran parte de la población
tiene sobre las mujeres lesbianas. Una construcción que, hasta que se encontró
al verdadero asesino, llevó sin pruebas a Dolores Vázquez a la cárcel durante
17 meses.
Hechos como éste nos permiten ver
cómo la realidad y las ideas preconcebidas tienden a confundirse. Nuestras
precomprensiones nos parecen tan evidentes que acaban siendo realidades, no
importa si tienen que ser vaciadas, si es necesario se hace, lo importante es
que nuestra visión del mundo, de lo que es evidente, natural, bíblico o divino,
no entre en crisis. Defendemos ideología disfrazándola de realidad, sólo así le
damos más valor.
Parecería que recrear la realidad
a nuestra manera sólo es posible cuando no tenemos un contacto directo con
ella, pero no es así, teniéndola a unos centímetros hacemos lo mismo. Hay una
pregunta que Jesús le hace a sus discípulos, con los que convivía todos los
días(1):
¿Quién decís que soy yo?. Pedro
parece que acertó con la respuesta: Tú
eres el Mesías, pero unos versículos más abajo descubrimos que la
respuesta, aunque impecable si nos limitamos a las palabras que utiliza, era
equivocada. Por eso Jesús le dice: ¡Apártate
de mí, Satanás!.
Pedro borró a Jesús, aquella persona
por la que lo había dejado todo, porque no era el Mesías que él esperaba. Lo
reconstruyó haciendo de él ese Mesías triunfante que anunciaba la Torá , por eso, cuando el
Jesús real les explicó que El Hijo del
hombre tenía que sufrir mucho, y que sería rechazado por los ancianos, por los
jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Les dijo que lo iban
a matar, pero que resucitaría a los tres días, Pedro no dudo en reprenderle. Evidentemente cuando fue finalmente
apresado, y Pedro tuvo que enfrentarse a un Mesías que no esperaba, acabó
negándole: No le conozco ni sé de qué
estás hablando(2). Aquí no mentía, realmente no le conocía.
No hay palabra, que no lleve tras
de sí una historia, ni tampoco visiones que sean neutrales y puras. Esa
inmediatez de lo real que a veces todos pretendemos defender, sobre todo en lo
que se refiere a la Biblia, es un engaño para que nuestros posicionamientos sean
admitidos como verdad absoluta. No partimos únicamente de la realidad, o de una
lectura atenta de la Biblia, todo esto va acompañado de nuestra forma de ver el
mundo. Por eso incluso cuando repetimos a pies juntillas la Palabra de Dios,
como hizo Pedro, podemos estar vaciándola para llenarla con prejuicios sobre lo
que nosotros creemos que debería ser.
No siempre la realidad vence al
prejuicio, y muchas veces hay que pagar un alto precio por ello. Posiblemente,
ante cosas trascendentales, son sólo las situaciones críticas las que nos
obligan a ver mejor la
realidad. Hace falta la noche para dejar atrás lo que veíamos
antes tan claramente. Y sólo después de haber atravesado la oscuridad, al
cantar el gallo, podemos percibir las primeras luces del nuevo día. Entonces,
cuando miramos a los que habíamos deconstruido para después reconstruir a
nuestros gusto, justo en ese momento, rompemos a llorar al descubrir que les
habíamos traicionado.
Beatriz Gimeno reconocía en la
presentación de su libro, que ella siempre creyó en la culpabilidad de Dolores
Vázquez, la lesbofóbia también existía en una activista por los derechos LGTB
como ella. No se superan fácilmente las construcciones ideológicas con las que
nos han educado; en cuanto bajamos la guardia, vuelven a resurgir. Supongo que
incluso después de la resurrección, Pedro se encontró a menudo siguiendo al
Mesías con el que fue educado, y no al Jesús crucificado. Todos sucumbimos en
más de una ocasión a llenar a los demás con nuestros prejuicios, y los que son
más sutiles, son sin lugar a duda los más peligrosos. Así es como funciona: Cuanto menos evidentes sean los andamios sobre
los que se levanta cualquier construcción ideológica, más natural nos parecerá
y más difícil nos resultará enfrentarnos a ella. Ése es el objetivo de
cualquier construcción ideológica que tenga como fin mantener un sistema de
dominación, ya sea de los hombres sobre las mujeres, de la sexualidad normativa
sobre las no normativas, de la raza blanca sobre las razas no blancas o de los
ricos sobre los pobres: parecer natural(3).
(1) Me referiré a continuación al texto de Mc 8: 27-33
(2) Mc 14:68
(3) Gimeno, B. “La
construcción de la lesbiana perversa”. (Barcelona; Editorial Gedisa, 2008),
p.16
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